RICHIE HAVENS, O CÓMO ABRIR WOODSTOCK POR CASUALIDAD

RICHIE HAVENS, O CÓMO ABRIR WOODSTOCK POR CASUALIDAD

A Richie Havens lo de adaptarse a muchos estilos le venía de nacimiento. Su madre era descendiente del Caribe, de las Indias Británicas Occidentales, y por la sangre de su padre cabalgaban genes de pies negros que llegaron al área de Nueva York embarcados en el Wild West Show de Buffalo Bill. Es posible que esta herencia tuviese cierto peso en su educación. Aunque ante la falta de pruebas concluyentes, tampoco conviene tomarse muy a pecho esta suposición. Lo que sí es cierto es que Richie se hizo músico. Y que su música estaba pintada con una multitud de matices que, desde la piedra angular del folk, se enroscaban en la tradición de otros sonidos como el soul, el blues, el ryhthm & blues o el espiritual.

Un artista de calle, un estilo peculiar

En 1957, dieciséis años después de su nacimiento en Brooklyn, Richie debuta en el mundo de la música tras organizar un conjunto de doo-wop con algunos vecinos y amigos. Sin duda, estas actuaciones callejeras forjarían parte de su versatilidad como cantante. Pero Richie no se conformaría con eso y, a los veinte años de edad, abandona Brooklyn y se asienta en Greenwich Village para tratar de humedecerse con el espíritu beatnik y absorber parte del creciente aroma hippie del lugar. Y así, entre lecturas poéticas, recitales folk y un ambiente por el que pululaban figuras de la talla de Joan Baez o Bob Dylan, nuestro protagonista comienza a amoldar a su figura una característica y personal identidad interpretativa.

Rivhe Havens en directo

Parte de la gracia de Richie Havens reside en su estilo de tocar la guitarra. Y es que, por lo general, tan solo unos acordes son suficientes para identificar una canción como suya. Esto es debido a una intensidad rítmica y a un rasgueo frenético de las cuerdas que, con el paso de los años, se convirtieron en una de sus principales señas de identidad. Tú estabas con el Spotify en modo aleatorio, de repente comenzaba a sonar una guitarra rítmica enloquecida y pensabas “Esto, si no es de Richie Havens, poco le falta”, así de sencillo.

Luego está lo del dedo gordo. Que es algo que de oído no se nota, creo, pero que ves una fotografía o un vídeo y enseguida te das cuenta de que la mayoría de la gente no coge una guitarra de esa manera. Algunos sí, pero la mayoría no. Porque Richie Havens utilizaba el pulgar de su mano izquierda para presionar las cuerdas y hacer los acordes. Hay que decir que ese dedo era enorme y abarcaba con facilidad todo el ancho del mástil pero, ya sea porque aprendió a tocar de esta manera o porque esta técnica respondía a una afinación concreta del instrumento, la pose llamaba la atención.

Primeras grabaciones, reconocimiento y una invitación

El caso es que Richie se mudó a Greenwich Village y ahí, entre poetas, músicos, clubes, sótanos y noches en vela, forjó su propio estilo y comenzó a despuntar entre toda la maraña de artistas en flor que caminaban por las calles de este barrio neoyorkino. Pronto pudo grabar algunos temas y en 1966, tras fichar con el mánager de Bob Dylan, da a luz a su primer disco, Mixed bag. Este es una colección de temas propios y versiones que ha envejecido con la mayor de las dignidades y que contiene varios cortes que se mantendrían como clásicos de su repertorio durante su larga carrera interpretativa. Follow, Handsome Johnny, Morning morning, High flyin’ bird o su versión de Just like a woman son algunos buenos ejemplos. El álbum tuvo buena acogida y Richie se puso las pilas. Tanto que en 1969 ya tenía cuatro títulos más en el mercado, aunque cabe aclarar que dos de ellos se publicaron sin su consentimiento, tomando como única potestad la voluntad de su discográfica.

A Richie Havens el éxito comenzó a rondarle en el momento adecuado, porque en 1969 fue requerido para formar parte del cartel de un festival que se estaba organizando en una granja en la localidad de Bethel, a unos cien kilómetros de Nueva York. Se trataba, por supuesto, de Woodstock, un evento que prometía “tres días de paz y música” a todo aquel que acudiese.

Este tema ya está muy trillado

Sobre Woodstock ya se han vertido piscinas de tinta. Quien más quien menos tiene en la memoria imágenes del festival; del barro, del desorden, de las multitudes desparramadas a lo largo de las doscientas cuarenta hectáreas de la granja propiedad de Max Yasgur o de Jimi Hendrix actuando entre los primeros rayos de luz del último día. No es necesario ahondar en su gestación ni en sus consecuencias, ni mucho menos en su transcendencia cultural ni en por qué, a día de hoy, sigue siendo uno de los momentos angulares de la historia popular de las últimas décadas. Todo eso ya está más que contado, así que centrémonos en lo que nos interesa.

Woodstock cartel

Atascos, barro y gente que no llega a tiempo

Parece ser que se habían vendido unas 200000 entradas para el festival, pero las cifras de asistencia hablan de entre 400000 y 500000 espectadores. El anuncio de Woodstock fue acogido con vehemencia por varias generaciones de estadounidenses que tenían en común su amor hacia la música, una sensación de repulsa hacia las políticas del país y los preceptos de lo que más adelante se llamaría movimiento hippie. Se produjeron auténticas mareas humanas en dirección a Bethel; algunos viajaron durante días o semanas para llegar ahí. Los días previos, mientras el equipo montaba las instalaciones, ya había miles de jóvenes apostados en las colinas de la granja.

El verdadero caos circulatorio se produjo el día 15 de agosto, el primero del festival. Bethel no es una población muy grande y, como tal, en 1969 aún no contaba con las infraestructuras necesarias para facilitar la llegada a un número de personas equivalente al de habitantes de una provincia española de tamaño medio. Los atascos se sucedieron durante horas y las caravanas de vehículos se perdían en el horizonte, la gente abandonaba sus coches en las cunetas de carreteras atestadas de vehículos y se lanzaban a largas peregrinaciones a pie en busca de la granja. La lluvia de los días anteriores había cubierto los caminos de una densa capa de barro que no jugaba a favor del avance de neumáticos y extremidades humanas. En las inmediaciones del recinto, muchos de los congregados decidieron hacer caso omiso de los puntos oficiales de acceso o de la necesidad de disponer de una entrada en regla. Las enclenques vallas perimetrales cedieron y, así, los campos de Max Yasgur fueron invadidos por unos cuantos miles de asistentes más de los previstos.

Riche Havens Woodstock

Este maremágnum de carne en movimiento afectó a todos por igual y fueron varias las bandas del cartel que se encontraron obstruidas en el tráfico. También se dice que algunos músicos, ya en el recinto, cedieron a los impulsos psicotrópicos de la muchedumbre y se perdieron en otros atascos más placenteros y vaporosos. El caso es que llegó el momento de comenzar el festival y de las cuatro primeras bandas del cartel poco se sabía. ¿Y quién ocupaba el quinto lugar? Exacto; el bueno de Richie Havens, que había llegado temprano esa mañana.

Un concierto para la historia, un salto a la fama

“Uno de los recuerdos más intensos de ese día es volar en helicóptero sobre esa enorme y espectacular multitud que se había extendido por las colinas, más allá de lo que podía verse desde el escenario. Mirando hacia abajo, mi único pensamiento fue: -esto es increíble, realmente estamos aquí y ya no pueden ocultarnos-“. Richie Havens escribió estas palabras para la CNN en ocasión del cuarenta aniversario del festival. De esta manera, el músico recordaba cómo los promotores de Woodstock se acercaron hasta él para convencerle de abrir el evento y, pocos minutos después, sobrevolaba los atestados campos de Bethel en dirección al escenario.

Una vez ahí, Richie fue anunciado y comenzó su actuación con el único acompañamiento de una segunda guitarra rítmica y unas congas. Parece ser que faltaba un bajista que tropezó con un atasco y no llegó al recinto hasta que la actuación hubo concluido. Y así, embutido en una túnica africana y acompañado solo por dos músicos, Richie Havens comenzó un recital que terminó por ser recordado como uno de los más especiales de Woodstock. 

En un principio, estaba planeado que tocase solo cuatro o cinco canciones. Pero ante la incomparecencia de las otras cuatro bandas, su actuación se prolongó durante tres horas de manera ininterrumpida. Entre frenéticos rasgueos de guitarra, acordes, sudor, acompañamientos de conga y la percusión de un pie sobre el suelo del escenario, Richie Havens y su banda fueron agotando todos los temas de su repertorio. Mientras, a su alrededor, los técnicos del festival terminaban de montar el mismo escenario sobre el que estaba teniendo lugar el concierto. Al final, exhausto y tras serle requerida una canción más, Richie comenzó a afinar su guitarra con la excusa de ganar algo de tiempo y pensar qué demonios les quedaba por tocar. Y entonces comenzó a interpretar el espiritual Motherless child, pero improvisando sobre él un Freedom que pasó a la historia en ese mismo instante. Poco antes de terminar la canción, Richie se levanta de su taburete y comienza a errar encorvado hasta alcanzar la parte trasera del escenario. Cuando suenan los últimos acordes ya está casi bajando de las tablas; como diciendo: “o me largo ya, o no salgo de aquí en tres días”.

Richie Havens

Woodstock supuso la consagración definitiva de Richie Havens. Continuó grabando discos durante toda su carrera, actuó en más festivales, realizó giras, compuso canciones, conoció al Dalai Lama, hizo muchísimas versiones, participó en algunas películas, grabó anuncios para algunas marcas comerciales y, al final de su vida, murió. Pero este inevitable último episodio de su existencia no impidió que regresase a la granja de Bethel, aunque fuese bajo la forma de un torbellino de cenizas que, impulsadas desde el aire, se esparcieron sobre los campos que presenciaron su particular asalto a los cielos en aquel lejano 1969.

Imágenes de David Swift, Txemari. (Navarra). y Michael Rowen.

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6 comentarios en «RICHIE HAVENS, O CÓMO ABRIR WOODSTOCK POR CASUALIDAD»

  1. Aquí estas otra vez, Nebraska, haciéndonos pasar buenos ratos y refrescándonos la memoria con acontecimientos sublimes e inolvidables. No te hagas esperar. Gracias

    • Qué bien sienta conocer lectores que están ahí artículo tras artículo, aunque esta sea solo nuestra segunda semana de vida. Muchas gracias 🙂

  2. Richie Havens, lo busqué y vi algún vídeo, el que compartes me gusta. Tú artículo está muy bien gestionado, desde el inicio y su llegada con Búfalo Bill, aunque ese dato no sea seguro, me ha encantado el post. Gracias por compartirlo. Un abrazo

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