EN DEFENSA DE LA ESCENA MUSICAL LOCAL

EN DEFENSA DE LA ESCENA MUSICAL LOCAL

Vivo en una ciudad de tamaño medio. Aunque está entre las seis más pobladas del país, su superficie es moderada; lo suficiente para que recorrerla de un extremo a otro en bicicleta ocupe poco menos de una hora. Varias civilizaciones han dejado su huella a lo largo de la historia. Han pasado cosas; unas cuantas batallas, algún levantamiento popular, capitalidades de reinos, dos o tres victorias deportivas o unas cuantas anécdotas de mayor o menor importancia. De aquí también han salido grandes nombres propios para la ciencia y el arte, aunque también para la música. En este sentido, unos pocos grupos han conseguido alcanzar fama nacional e internacional en estilos como el rock, el pop o el rap. Muchos otros, en cambio, han desarrollado su actividad principalmente dentro de los límites de la escena musical local; actuando en sus salas, trabajando con sellos independientes y contribuyendo, en general, a afianzar y mantener vivo un importante segmento de la vida cultural.

Pero, ¿qué es una escena musical?

Sobre escenas musicales se ha escrito mucho desde perspectivas etnográficas y semióticas. A partir de los años noventa del siglo XX, muchos estudiosos de la materia han dedicado largas porciones de tiempo a tratar de definirlas y hacerlas evolucionar desde conceptos como subcultura o comunidad que, parece ser, quedaban ya obsoletos frente a los nuevos paradigmas de investigación. Will Straw las planteó en 1991 como un espacio cultural donde “diversas prácticas musicales coexisten interactuando las unas con las otras en una variedad de procesos de diferenciación”. Se abarcaron además diferentes significados y entornos de acción; concretamente tres: el local, el translocal y el virtual. La interacción de todos ellos, cada uno con sus particularidades, dibujaría el marco perfecto para que floreciese todo este ecosistema.

Escena musical local, concierto

Pero no huyan todavía. Aquí tenemos poco que aportar a cualquier tipo de consideración académica y el concepto va a detallarse desde una óptica un tanto más mundana, a pie de calle y desde el punto de vista de alguien que directamente participa y se beneficia de todo este entramado. Porque si se plantea de esta manera, la escena musical de una ciudad serían sus grupos, sus salas, sus promotores, sus tiendas de discos, sus locales de ensayo, sus colectivos de dj y, a grandes rasgos, cualquier agente que participe de la actividad sonora local, desde los aficionados hasta los más pequeños medios de comunicación culturales. Por lo general, todos tenemos un grupo al que nos gustaría ver en directo. Me refiero a uno de esos con el poder de convocatoria necesario para abarrotar estadios, pabellones o grandes salas. El problema es que estos conciertos suelen ser más bien esporádicos, además de caros, y mientras tanto, ¿quién satisfará nuestra hambre de hermandad y música en vivo? Pues todas esas bandas locales y salas que, entre otros, conforman el panorama musical de la ciudad.

Escena musical, cantante

Músicos, escenarios y otros objetos de placer

Si hubiese que establecer cuál es el principal valor de estas comunidades, los músicos serían con toda probabilidad un buen candidato. Son ellos los que componen e interpretan, además de formar los grupos de la ciudad. Gracias a ellos, la música adopta su forma más esencial y a su alrededor se construyen toda clase de círculos de actividad. Lo normal es que en estos paisajes los artistas tejan contactos y se creen colaboraciones e interconexiones. Así, es habitual descubrir que tal cantautor es además el guitarrista de esta otra banda, o que integrantes de diferentes formaciones tienen a su vez un proyecto paralelo conjunto que se reúne de vez en cuando para ofrecer alguna actuación en vivo. Todo esto genera riqueza y variedad cultural, además de fortalecer esa idea de colectividad que es inseparable del concepto de escena musical local.

Pero además, toda comunidad necesita de un escenario, de uno o varios lugares de interacción que den sentido a su actividad. Aquí parece inevitable pensar en las salas y espacios de conciertos que ofrecen a los músicos la oportunidad de presentar su trabajo en vivo. Estos puntos de encuentro son fundamentales, pero más allá de ellos hay que contar con otros templos como bares musicales, ferias de discos o cualquier otro espacio que implique una acción relacionada, haya o no una actuación en vivo de por medio. Porque la vida de una escena local no se reduce solo a los conciertos o a la presencia de determinadas bandas en un entorno concreto. No, es mucho más que eso y abarca toda clase de propuesta que tenga que ver con el interés o el disfrute de la música, independientemente del género, la edad u otras consideraciones similares. Y es aquí, en el seno de estos espacios reales o virtuales, donde se dan cita todos los elementos que conforman, enriquecen y definen las escenas. Los músicos necesitan espacios donde actuar, y estos espacios requieren de promotores y otros profesionales que acerquen los intérpretes hasta ellos. A su vez, todo este entramado estará apoyado por canales de venta de entradas, por estudios de grabación, por discográficas, por medios de comunicación locales, grupos de redes sociales y por otros agentes que sirvan de intermediarios entre la actividad de la comunidad y sus beneficiarios finales; el público, los clientes, todos los que consumimos material sonoro en cualquiera de sus manifestaciones.

Escena musical, batería

A todo esto habría que sumar el papel de los ayuntamientos, que por defecto deberían contar siempre con un grado de implicación notable y forzoso. Como garantes de buena parte de la vida cultural de la ciudad, las instituciones municipales deben facilitar y apoyar la labor creativa y gestora de su escena musical. Y esto se consigue respaldando económica y materialmente a sus actores, facilitando el acceso a espacios públicos de creación, producción y difusión, otorgando los permisos necesarios para que la calle se convierta a su vez en un escenario abierto y creando programas culturales que cuenten con espacios y músicos de la comunidad, ya sea en actuaciones exclusivas o como teloneros de otros grupos foráneos que lleguen a la ciudad.

Así, la realidad de las escenas musicales locales se antoja un tanto más compleja de lo que a primera vista parece. No solo se trata de un conjunto de bandas tocando en pequeñas salas. Aquí hablamos de auténticos ecosistemas sociales compuestos por infinidad de piezas que interactúan entre sí para configurar un todo bien cohesionado. Cuando este entramado es firme, es capaz de fluir y evolucionar, de integrar nuevos componentes con soltura y de facilitar un relevo generacional que le aporte nuevos puntos de vista. Estas comunidades, además, pueden mirar hacia otras ciudades, a otras realidades musicales cercanas con las que se tiendan puentes de colaboración que enriquezcan la actividad escénica local. Pequeños grupos de otros lugares girando por modestas salas de tu ciudad, eso también forma parte de todo esto. La escena musical de una localidad, no lo olvidemos, es una importante fuente de dinamismo artístico y cultural.

En directo

En tu ciudad también se hace buena música

Muchos de los que ya peinamos dos o tres canas hemos escuchado o dicho infinidad de veces que ya no se hace música como la de antes, que todo era mejor cuando éramos jóvenes o que la oferta cultural de nuestro entorno directo es, poco más o menos, una mierda. Y parte de razón hay en eso, claro, porque es verdad que las cosas ahora son diferentes, siempre lo han sido y esperemos que no dejen de serlo. Pero eso no significa necesariamente que lo nuevo sea malo ni que lo viejo ya no exista. Es una cuestión de visión periférica, de saber dar un paso atrás para contemplar la escena en su conjunto, de tomarse la molestia de investigar y estar al día para darse cuenta de que en tu misma ciudad hay unos chavales jóvenes que suenan como Led Zeppelin, o que ese pequeño grupo del que hace años que no oyes hablar sigue en activo y ha arrastrado con él a nuevas generaciones de seguidores. Incluso es posible que llegues a congraciarte con algún sonido de tu particular lista de prejuicios, quién sabe. Y todo ello prácticamente sin salir de casa, aunque no vivas ni en Liverpool ni en Seattle.

Escena musical, grupo

Una ciudad con una escena musical sólida está viva culturalmente. Su pulso se siente en la calle, en los bares y en las salas. Pero para que las cosas se mantengan así, hay que apoyarlas. Así que, mientras esperas el próximo concierto de tu grupo favorito, presta atención a las bandas de tu ciudad, compra sus discos y ve a sus conciertos. Sumérgete en el ambiente del estilo musical que te gusta, escucha cosas nuevas. Y cuando viajes, piensa que ahí donde vayas habrá también una pequeña comunidad de músicos, de locales, de promotores y de otros tantos elementos que configurarán una pequeña escena musical que probablemente sea igual o incluso mejor que la de tu ciudad.

Imágenes de Incubate Tiburg, Barry Smyth, Laura Bernhardt, Janne Poikolainen, Staffan Vilcans y MarkScottAustinTX.

Compárteme

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Los datos de carácter personal proporcionados al rellenar este formulario serán tratados exclusivamente por el responsable de esta web. La finalidad de la recogida y tratamiento de los datos solicitados en este formulario es la de responder al usuario de acuerdo a su solicitud. Al introducir sus datos personales, el usuario acepta expresamente nuestra política de privacidad. No introducir los datos solicitados podrá acarrear la imposibilidad de atender tu solicitud. Puedes consultar toda la información adicional y detallada en nuestra política de privacidad.