T BONE BURNETT. MUCHO MÁS QUE PRODUCCIÓN
Don’t come knocking es una película dirigida por Win Wenders en 2005. En ella se cuenta la historia de Howard Spence, un antiguo actor de westerns que un buen día decide dar carpetazo a su estilo de vida y emprender una huida hacia atrás en busca de sí mismo y de sus raíces. El personaje principal está interpretado por Sam Sephard, que también firma como coautor de un guion que se desarrolla en su mayor parte entre las calles de un estereotipado pueblucho del sur de Estados Unidos; un lugar donde las vidas y los destinos de una serie de variopintos personajes se entrecruzan forjando los hilos que mueven una trama que aquí y ahora nos importa un comino, ni más ni menos. Porque esto, recuerden, es un blog sobre música. El caso, por ir aterrizando, es que vi esta cinta en el momento de su estreno y una de las cosas que me llamaron la atención fue su banda sonora. Tras una breve búsqueda en la red descubrí el nombre del compositor. Después de otra rápida indagación me di de bruces con un tipo con cara de ave; un pájaro con gafas oscuras, nariz aguileña y el pelo (a veces más, a veces menos) peinado en cortinilla y pegado a los laterales de la cabeza. Un señor que recibía el nombre de T Bone Burnett y que resultaba ser un músico excelente, además de un productor de gran fama y renombre.
¿Quién es T Bone Burnett?
Joseph Henry Burnett nace en Saint Louis, Missouri, en 1948, aunque pronto se traslada a Fort Worth, Texas, donde pasa toda su niñez y juventud. Es ahí donde comienza a remojarse en música con los discos de su padre, que sonaban a rock, a blues, a jazz, a folk y a tex-mex. Este eclecticismo resultará fundamental a la hora de entender su idea de la composición, así como la variedad de artistas con los que llegaría a trabajar durante toda su carrera. El caso es que siendo adolescente funda una banda, Loose Ends, que logra editar un par de singles sin demasiada repercusión. En 1967 este grupo desaparece del mapa y Joseph decide que en lugar de asistir a la universidad va a montar su propio estudio de grabación. Al mismo tiempo, continúa desarrollándose como intérprete en varias formaciones locales de blues y rock. Supongamos que ya se le conoce como T Bone Burnett.
Texas se le queda estrecho y emigra a Los Ángeles, donde en 1972 edita el disco The B-52 Band & The Fabulous Skylarks. Este es el momento perfecto para que la historia se ponga truculenta, pensará alguno. Un adolescente que comienza una nueva vida en una ciudad que tiende al pecado y que busca su lugar en el promiscuo mundo de la música popular. Pues no. Porque T Bone Burnett siempre ha hecho gala de una personalidad reflexiva y periférica a toda clase de polémicas o focos de atención masiva. Y esta es otra de las piedras angulares de su carrera, uno de los factores que le ha llevado a alcanzar logros como el de participar como guitarrista en la Rolling Thunder Revue, la rompedora gira estadounidense que emprendió Bob Dylan en 1975.
Última banda y carrera en solitario
La aventura dylaniana concluye en 1976, pero junto a otros dos de los músicos de la gira forma The Alpha Band, un grupo que logró mantener el pulso durante un par de años y sacar al mercado tres discretas producciones discográficas. Y es aquí, tras disolverse el grupo, cuando T Bone Burnett decide que la fórmula para triunfar en la música pasa por caminar en solitario. Pero, por si acaso, comienza a desarrollar en paralelo una fructífera carrera como productor que terminará por ensombrecer a su labor como hacedor de canciones bajo su propio nombre.
Como decíamos, en 1980 se produce su debut como solista con Truth decay, al que siguen varios discos y ep que marcan una carrera estable pero discreta hasta la publicación en 1992 de The criminal under my own hat (su mejor trabajo, en mi modesta opinión). En líneas generales, la música de T Bone Burnett es variada y rica en matices, pero con una base muy clara que se cimienta con fuerza sobre la tradición norteamericana. La elasticidad de su corpus referencial hace que en ocasiones suene melódico (muy al gusto de Roy Orbison), pero también sucio, saturado, experimental y ruidoso justo antes de volverse folclórico o acústico al más puro estilo de un cantautor clásico. Sus álbumes son igualmente variados, cada uno posee una personalidad más o menos definida que hace que no se ajusten estrictamente a ninguna etiqueta, aunque podría decirse que todos ellos muestran cierta marca de la casa.
T Bone Burnett, productor de éxito
Pese a trabajos realmente notables como Proof through the night, su carrera en solitario nunca acaba de despegar del todo y es en su labor como productor donde termina por hacerse un hueco entre los grandes de la profesión. Su primer encargo de renombre, en 1984, es el How will the wolf survive de Los Lobos. Aquí, T Bone Burnett se implica al máximo y llega incluso a coescribir algún tema del disco. Entre este y su último trabajo hasta la fecha, su lista de clientes incluye gente como Elvis Costello, Diana Krall, BB King, Jakob Dylan, John Mellencamp, Steve Earle, The Chieftains, The Corrs, Kris Kristofferson o The Wallflowers. También produce y compone música para multitud de películas.
Por destacar algún logro de renombre entre su basta cosecha, T Bone Burnett fue el productor del último disco que grabaría Roy Orbison antes de su fallecimiento. También es el hombre detrás del éxito de ese inusual combo formado en 2007 por Robert Plant y Alison Krauss. Sin embargo, fue en el año 2000 cuando la industria musical giró el cuello al unísono hacia él, todo gracias a su labor en la banda sonora de O brother, where art thou?
Por la gracia de O brother
En esta película ambientada durante la década de los años treinta del siglo XX, los hermanos Coen cuentan la historia de tres reclusos que emprenden la búsqueda de un tesoro tras fugarse de un chain gang. Durante el proceso de realización de la cinta, la banda sonora fue concebida como una pieza angular de la misma, por lo que todo el proceso de grabación musical se desarrolló de manera previa a la filmación. T Bone Burnett fue el encargado de orquestar todo este entramado de ambientación sureña que recurría a sonidos propios de la época; al góspel, a los cantos fúnebres, al blues más primario, al country y al bluegrass. Tanto la cinta como el álbum donde se recogió esta música provocaron un maremoto de atención hacia estos sonidos tan de raíz. Todo un ejercicio de anacronismo en los gustos populares que quedó en parte patente cuando el disco obtuvo premios Grammy al Mejor Álbum del Año, Mejor Colaboración Vocal Country y Mejor Interpretación Vocal Country Masculina.
Por supuesto, estos no son los únicos galardones que T Bone Burnett ha recibido a lo largo de su carrera. En sus estanterías se acumulan una buena cantidad de Grammy, un Bafta por la banda sonora de Cold mountain, un Oscar por la canción principal de la película Corazón rebelde y otra nada despreciable multitud de estatuillas de diferente índole.
Volvemos a su faceta como músico
Retomando el hilo de su carrera musical, tras la publicación del muy recomendable The criminal under my own hat se produjo un paréntesis que solo se rompió, catorce años después, con The true false identity. A partir de este momento, T Bone Burnett imprime un cariz diferente a sus creaciones al abrazar un modo de composición un tanto más experimental, aunque no del todo lejano a la base de su sonido. En 2008 ve la luz otro de sus trabajos fundamentales, Tooth of crime, que funciona al mismo tiempo como música para una obra de teatro escrita por Sam Shepard. Así, en 2019 anunció que su carrera discográfica en solitario se cerraría definitivamente tras la publicación de tres álbumes conceptuales que se abrigarían bajo el título The invisible light. Por el momento, esta nueva idea de concepción sonora fuertemente ambiental y no apta para todos los oídos (al mío le cuesta) lleva editadas dos entregas: Acoustic space y Spells. Solo queda esperar a ver si el cierre de esta trilogía cumple realmente con los vaticinios de su autor o si, por lo contrario, tendremos la oportunidad de disfrutar de nueva música original.
Coda: en 2022, T Bone Burnett anunció que estaba trabajando en un nuevo soporte de sonido analógico en alta fidelidad al que ha bautizado como Iconic Originals y que, parece ser, aportaría unos niveles de resonancia, profundidad y fidelidad superiores a los cd, vinilos, streaming o cualquier otro medio de reproducción de música grabada. Las primeras pruebas de este innovador formato se realizaron durante unas sesiones de estudio con Bob Dylan. Sin muchas más noticias al otro lado del catalejo, el tiempo dirá a dónde llega todo esto.
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