LEAD BELLY. FOLK, VERSIONES Y PRISIONES ESTATALES
Fue poco después de muerto cuando la verdadera fama comenzó a tontear en serio alrededor de Lead Belly. Y no es que hasta entonces hubiese estado sentado con las manos sobre el regazo, desde luego que no, pero hay veces que las cosas suceden de esta manera. A los sesenta años de edad dejaba un legado de más de trescientas grabaciones, se codeaba con grandes figuras de la talla de Pete Seeger o Woodye Guthrie, había logrado dar forma a un estilo de interpretación distintivo y podía presumir de haber roto dos o tres de las barreras que la segregación racial ponía en el camino de un buen porcentaje de los habitantes de su tierra. Todo eso, además, mientras daba constantes saltos dentro y fuera de un puñado de penitenciarías estatales. Con el paso del tiempo, su figura viró de las sombras a la palestra y hoy en día muchas de sus canciones se han convertido en clásicos indiscutibles, aunque siempre tras la voz de otros grupos o solistas. Pero no pisemos tanto el acelerador; vamos a comenzar por el principio.
Guitarras, faldas y prisiones
Es 1888 y Huddie William Ledbetter nace en una plantación cercana a Mooringsport, Luisiana. Cinco años después se traslada a Texas y comienza a coquetear con la música cuando un familiar le regala su primer acordeón. Además, aprende a tocar la guitarra y el piano. Dada la realidad de su época, suponemos que se zambulle temprano en el fango de lo laboral y es ahí, entre obreros y recogedores de algodón, donde absorbe la esencia de todo aquello que se cantaba a pulmón durante la jornada de trabajo y que, en muchos casos, tenía bastante que ver con reivindicaciones sociales y sindicales.
No sabemos establecer con certeza el momento en el que Huddie toma el mote de Lead Belly, pero suponemos que sería durante sus primeros años como currante y músico ambulante, cuando su repertorio se nutre de una llamativa amalgama de estilos que recorrían el camino entre el blues y el folk. Lo que sí que está claro es que pronto comenzó a hacerse un nombre. En parte por su capacidad interpretativa y su habilidad con la guitarra de doce cuerdas, uno de sus principales sellos identitarios, pero especialmente por dos humildes rasgos de su carácter que poco tenían que ver con la música.
Y es que, en primer lugar, Lead Belly era un reconocido mujeriego que se estrenó en el matrimonio fallido a la edad de dieciséis años, dejó algo de descendencia antes de los veinte y llegó a presumir de una juventud en la que podía arrejuntarse con una media de ocho o diez mujeres diferentes por noche. Sin embargo, esto no dejaba de ser una mera y cuestionable anécdota. Lo que más definió su esencia fue la dedicación de una buena parte de sus esfuerzos hacia la forja de una sólida reputación como delincuente que lo llevó a conocer al dedillo varias prisiones de Texas y Luisiana. Se sabe, por ejemplo, que en 1916 se fuga de una institución tejana y que dos años después se aloja en otra, acusado de asesinato. Cuenta la leyenda que salió de esta porque el gobernador, subyugado ante el poder de reinserción de la música, lo indultó tras escucharle cantar. La realidad, sin embargo, es que su buena conducta engañó a los ingenuos funcionarios.
Los Lomax entran en escena
Saltamos hasta 1930 y Lead Belly deja pasar el tiempo en otra celda, esta vez en Luisiana. Su rutina, suponemos, transcurre sin prisa entre los trabajos propios del recluso, las excursiones al patio y los rasgueos de guitarra. Un buen día, el musicólogo John Lomax y su hijo Alan visitan la prisión como parte de un proyecto que buscaba dotar a la Biblioteca del Congreso de un fondo de grabaciones que representasen la realidad de la música popular norteamericana, especialmente de aquella que sonaba en los lugares más alejados de los estratos elevados de la pirámide social. Y es así como se topan con Lead Belly y su peculiar a la vez que virtuoso estilo. Los Lomax le convencieron para registrar unos cuantos temas ahí mismo; entre muros, alambradas y delincuentes de diversa estofa. Al mismo tiempo, debieron darse cuenta del filón por explotar que habían hallado e intercedieron ante el gobernador para clamar por la redención de un músico que, además, había grabado una canción solicitando el perdón. Esta vez la treta funcionó y Lead Belly se vio de nuevo libre, auspiciado por sus padrinos y dispuesto a embarcarse en una nueva odisea de rumbo incierto.
Por supuesto, esta no fue la última vez que las cárceles estadounidenses gozaron de su presencia, pero por deferencia a la fluidez del relato se van a omitir estos futuros hospedajes.
De esta forma, en 1933 pasa a ser el chofer y ayudante de John Lomax. Juntos visitan prisiones y campus universitarios en busca de temas folk que recoger para su antología fonográfica. Estas visitas se convierten al mismo tiempo en un campo de pruebas para Lead Belly, que puede tocar frente a públicos realmente diversos. Se dice que gracias a estas singulares actuaciones, se convirtió en el primer negro en ofrecer un recital exclusivo para blancos. Las cosas parecen ir bien. Sin embargo, el temperamental carácter del músico termina por ser la razón por la que su sociedad con Lomax se disuelva solamente un año después de ver la luz.
Lead Belly en Nueva York, los años de éxito
Otra vez bajo el mandato de sus propios designios, Nueva York es el lugar hacia el que Lead Belly enfoca la proa. Ahí se instala en 1934 y comienza a tomarse un poco más en serio lo de dedicarse al negocio de cantar y componer. Conoce a Martha Promise y sienta la cabeza, o al menos la recuesta. Con el paso del tiempo gana una fiel caravana de seguidores y logra grabar con RCA Victor y Capitol Records. Forma parte de varios grupos como The Almanac Singers y People’s Songs, donde militaban grandes nombres de la música folk del momento. También se codea y colabora con figuras como Woody Guthrie, Josh White o Pete Seeger. La fama le salpica, pero el dinero no tanto.
En 1949 logra otra plusmarca al cruzar el charco en dirección a la maltrecha Europa y convertirse, según se afirma, en el primer músico de su estilo en ofrecer una actuación sobre el viejo mundo. Es ahí, concretamente en Francia, donde la enfermedad le asalta y le obliga a regresar a su hogar. De vuelta, su malestar se convierte en un firme diagnóstico de ELA y Lead Belly abandona definitivamente el escenario el 6 de diciembre de 1949.
La mala suerte quiso que su muerte sucediese antes de tiempo, con unos pocos años de diferencia respecto a ese renacimiento del folk que se experimentó durante la segunda mitad de los cincuenta. Antes, poco después de que Lead Belly dejase este mundo, Pete Seeger había versionado el tema Goodnight Irene y este se convirtió en todo un éxito. Sin embargo, la gran reivindicación de su figura tuvo lugar pasadas varias décadas, entre el renacer del folk y la explosión de un movimiento hippie que vio con muy buenos ojos el trabajo de este singular compositor.
Lead Belly y su legado para la posteridad
El de Lead Belly es un caso curioso, pues si bien buena parte de los aficionados a la música popular norteamericana de finales del siglo XX parpadearían con incertidumbre al escuchar su nombre, es bien seguro que reconocerían instantáneamente al menos tres o cuatro de sus obras. Vamos a hacer un experimento. Entre sus grabaciones más populares se encuentra Midnight special, una canción popular cuyo origen suele asociarse a las cárceles de los estados del sur. Es posible que ya estés tarareando el estribillo, aunque la voz que resuene en tu cabeza sea la de Van Morrison o la de John Fogerty al timón de Creedence Clearwater Revival, grupo que, por cierto, también versionó otro de sus temas, Cotton fields. Otro caso, ¿te suena Black Betty, de Ram Jam?, pues adivina quién es su autor. Otros como Tom Waits, Eric Clapton o Little Richard interpretaron Goodnight Irene de vez en cuando. Incluso The Beatles sucumbieron ante su cancionero y grabaron una versión de la adaptación que Lead Belly hizo de Take this hammer.
Porque la figura de este músico no solo sobresale por su faceta como compositor, ya que algunas de sus interpretaciones de tradicionales del folk norteamericano han trascendido hasta llegar a eclipsar las versiones más canónicas. Unas líneas más arriba se han mencionado algunos ejemplos, pero ahí queda también su lectura de Gallis pole, que en voz de Led Zeppelin tomó el nombre de Gallows pole. Otro ejemplo resonó de manera contundente desde la garganta de Mark Lanegan en su primer disco en solitario, pero fue Kurt Cobain quien le dio fama universal en el célebre acústico en Nueva York de Nirvana; hablamos de Where did you sleep last night. Y para postre dejamos una perla de la categoría de House of the rising sun, ese clásico de The Animals que, como habrás adivinado, deviene directamente de una interpretación original de Lead Belly.
La historia es en ocasiones desdeñosa con algunos de sus protagonistas. Lead Belly fue todo un pilar de la renovación del blues y el folk en Estados Unidos. Su trayectoria es la de un músico hecho a mano que logró cuajar un estilo personal sustentado en su voz, su pericia a las doce cuerdas y una envidiable capacidad de observación, asimilación y creación de nuevas melodías. La trascendencia de su figura, además, va más allá de lo puramente artístico al contribuir a visibilizar el papel de los negros como compositores de música folk en el norte de América. Sin embargo, su legado y su persona tomaron tintes de transparencia hasta que fueron progresivamente reivindicadas durante la segunda mitad del siglo XX. El resurgir de su nombre fue menos tangible que el de la obra que dejó y muchos nos hicimos eco de él notablemente tarde, solo al verlo repetido en los títulos de toda una colección de canciones clásicas que en un principio imaginamos compuestas por otros.
Imagen de Robert and Talbot Trudeau.
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