
THE SHELTERS, RELEVO GENERACIONAL Y BUENOS PADRINOS
Dicen que quien tiene padrino se bautiza. Y es cierto que no hay mejor manera de entrar en un negocio que de la mano de alguien que conozca las entrañas de la profesión, que sepa qué puertas aporrear y sirva de Cicerone ante las bifurcaciones del camino. Pero una cosa es arrancar y otra es mantenerse. Porque después del bautizo llega la comunión, y luego la confirmación. No sé si me explico. Bueno, el caso es que todo esto viene a colación por The Shelters, un grupo formado en 2014 por tres jóvenes californianos que tuvieron la suerte de toparse con una de las figuras más importantes del rock estadounidense.
A comienzos de la década de 2010, Chase Simpson, Josh Jove y Sebastian Harris formaban parte de una banda angelina llamada Automatik Slim. Su calidad era notable, pero eran jóvenes y sus pretensiones no parecían ir mucho más allá de conseguir nuevos bolos en bares de la zona y labrarse cierta consideración en el circuito local. Hacían una música agradable; un rock de corte clásico, amable y de fácil escucha, bien ejecutado y con ecos de la tradición costera californiana. Grabaron un videoclip, compusieron algunas buenas canciones y tocaron en directo muchas versiones. Además de los músicos mencionados, la banda tenía otros componentes. Uno de ellos era un amigo de la escuela de Chase Simpson, un tal Dylan Epperson Petty cuyo padrastro, Tom, acumulaba varias décadas de experiencia en el arte de vender discos a millones.
Llega el bueno de Tommy
Automatik Slim dejó de respirar entre 2013 y 2014, pero Chase, Josh y Sebastian arrancaron un nuevo proyecto al que llamaron The Shelters. Y aunque Dylan no embarcó en esta emergente aventura, su padrastro sí, al menos de manera colateral. Pues este ya había fijado el punto de mira en el potencial de los otros tres músicos y no dudo en acogerlos bajo su amparo. La primera medida que tomó fue abrirles las puertas de su entorno directo. Y así, The Shelters tuvieron en sus manos las llaves que les permitían acceder sin reservas al estudio de grabación de la casa de Tom Petty, un lugar custodiado por un letrero que advertía: “Cuidado, hippie malhumorado”.
El apadrinamiento fue completo e instantáneo. Chase Simpson y Josh Jove comenzaron a pasar horas y horas en compañía de Petty. Hasta el punto que este se convirtió paulatinamente en un laborioso mentor que lo mismo expedía consejos sobre composición, instruía a sus pupilos en todo lo referente al apartado técnico y de producción o mantenía largas conversaciones sobre la vida y sus vicisitudes. Así, The Shelters maduró rápidamente en un entorno privilegiado cargado de experiencia, libertad y medios. En 2014, Tom Petty & The Heartbreakers graban Hypnotic eye y tanto Chase Simpson como Josh Jove aparecen acreditados como ingenieros asistentes. El segundo, además, toca la guitarra fuzz en una de las canciones, Forgotten man. La nueva banda se siente preparada para ascender de nivel y tras fichar al bajista Jacob Pillot se lanza a la carretera. Pero no de cualquier manera, no; lo hacen amparados por su protector y como teloneros tanto de Mudcrutch en su renacimiento como de Tom Petty & The Heartbreakers en su nueva gira.

Dar un paso más
Con las tablas conquistadas y la expectativa revoloteando en círculos sobre sus cabezas, The Shelters fichan por Warner Bros Records y presentan en 2015 un ep de cinco canciones propias. La acogida resulta cálida y, por si no fuese suficiente la figura de un solo mecenas, Steve Van Zandt sentencia en su garaje radiofónico que Fortune teller es “la canción más molona del mundo esta semana”. El siguiente paso parece obvio y un año después sale a la luz el primer largo, llamado de la misma forma que el grupo se llama a sí mismo y coproducido por Tom Petty, como no podía ser de otra manera.
No hace mucho, en un festival
Tuve la suerte de ver a The Shelters en directo hace unos años. De rebote, pues mi vida discurría plácida y completamente al margen de su existencia. Si estaba en ese festival, era principalmente por haber sido engolosinado con la presencia como cabeza de cartel de un auténtico dinosaurio como es John Fogerty. Era 2017, finales de junio, primera hora de la tarde, hacía calor y tratábamos de buscar un porqué coherente que diese sentido al último punto de nuestra particular lista de estupideces: participar voluntariamente en una especie de gincana kamikaze destinada a degustar la mayor cantidad posible de chiles ultra-picantes. Y en esas que nos topamos con cuatro chavales jóvenes que tocaban sobre el escenario principal. Daba la sensación de que el espacio les quedaba grande, como si su presencia hubiese hallado mejor justificación en una sala mediana, pero sonaban realmente bien; frescos, auténticos y con fuerza. Por supuesto, eran The Shelters, pero yo no lo sabía.
Dos días después volvíamos a casa tras haber visto a Fogerty, a Graveyard, a Hellacopters y a no sé cuántos más. Pero la actuación de ese grupo cuyo nombre ni siquiera era capaz de retener aún me ronroneaba de vez en cuando, como el espectro de un familiar especialmente rencoroso. Al poco tiempo recibía en casa una copia de su primer disco.
The Shelters publican The Shelters
Como decíamos antes de este innecesario interludio autobiográfico, The Shelters sale a la venta en 2016 y contiene un total de doce canciones; once composiciones propias y una acertada versión de The Kinks. En su papel de disco debut, el conjunto satisfizo las expectativas generadas y recibió buenas críticas por parte de público y reseñistas de oficio. Aquí quedan aglomeradas un conjunto de influencias que lo mismo te llevan a los años sesenta que te proyectan hasta tendencias más contemporáneas, aunque sin salirse nunca de la hoja de ruta del clasicismo más preceptivo. Resulta vitalista y alegre, pero también robusto y preciso.
Reconozco que tengo un problema al inicio. Pues nada más bajar la aguja, los primeros acordes me recuerdan a la música de cabecera de una conocida sitcom de los años noventa. Pero esto probablemente solo responda a taras particulares, cosas mías. Sea como sea, The Shelters tienen la capacidad de facturar melodías pegadizas con riffs potentes y estribillos acertados. Hay momentos de intensidad como Birdwatching, Liar o Born to fly. La psicodelia y el rock más pesado se dejan ver en cortes como The ghost is gone. Pero también hay instantes que recuerdan al pop de hace cinco o seis décadas y que, tal vez, evidencien la influencia de las referencias del propio Tom Petty. Si somos un poco pacientes, el final del disco esconde una pista oculta que, sin embargo, no merece especialmente la pena a no ser que seamos el tipo de persona que disfruta con el sonido del oleaje de las playas californianas.
The Shelters fueron capaces de facturar un gran disco de presentación. Un trabajo que dejó buen sabor de boca y un esperanzador aroma a relevo generacional, a joven sonando a viejo sin dejar de agarrar lo contemporáneo. Tras la repentina muerte de Tom Petty en 2017, el grupo quedó un tanto huérfano. El bajista Jacob Pillot salió de la formación y en 2019 se presentó Jupiter sidecar, un segundo trabajo con un sonido palpablemente alejado del de su predecesor; un punto más bailable y cercano a las nuevas propuestas roqueras de otros grupos nacidos durante la primera década del siglo XXI. Desde entonces, The Shelters han permanecido en estado de mutis discográfico. Esperaremos novedades.
Imagen en directo: friedoxygen.
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