QUE VIVA EL FUZZ. BLACK RAINBOWS Y HAWKDOPE
Gabriele Fiori no tiene del todo claro si formó Black Rainbows en 2005. Al menos, eso puede deducirse tras leer alguna de las entrevistas que ha dado en los últimos tiempos. Si no fue entonces, lo más probable es que el grupo naciese en 2004, incluso es posible que un par de años después. Realmente importa poco. Lo que sí queda claro es que en 2007 hacen su debut discográfico con Twilight in the desert y a partir de entonces comienzan a forjarse un prometedor camino a través el mundillo europeo del stoner.
Un disco cocinado con tiempo
Hawkdope es su cuarto disco de larga duración. Se trata de un trabajo de maceración lenta que ve la luz en 2015 tras un periodo de readaptación al medio en el que Gabriele Fiore funda su propio sello, Heavy Psych Sounds, y edita un ep llamado Holy moon donde ya comienzan a dibujarse las líneas que marcarán la futura trayectoria sonora del grupo. Hasta ahora, Black Rainbows había sido un conjunto esencialmente stoner. Pero a partir de este momento comienzan a añadirse una mayor cantidad de elementos psicodélicos que conectan de manera más firme con cierta tradición de los años setenta. No es que el sonido de la banda experimente un giro de ciento ochenta grados, ni mucho menos, pero sí que pueden notarse con facilidad ciertas variaciones que enriquecen notablemente el resultado final.
Durante los dos años que duró el proceso de gestación, el grupo compuso una considerable cantidad de canciones que fue reduciéndose progresivamente mediante un método de destierro al que sobrevivieron los nueve cortes que conforman Hawkdope. Posteriormente, los tres músicos grabaron sus partes al mismo tiempo, sin sesiones separadas, antes de someter el resultado al último tramo de edición y arreglo. El fruto fue un sólido ejercicio de stoner, garage y psicodelia que lo mismo recuerda a los años noventa como te sumerge en pasajes de corte lisérgico o espacial.
Black Rainbows, fuzz por un tubo
Pero si hay un elemento que sobresale por encima del resto es el uso del fuzz, que aquí se antoja omnipresente. El gusto de Gabriele Fiori por esta distorsión densa y sobrecargada no era nada sorprendente para los que conocen su trayectoria, pero en este caso se levanta un pesado velo que cubre todo el conjunto creando una permanente sensación de crudeza y gravedad. “Pues utilizar el fuzz de diferentes maneras, lo puedes usar para el acid rock de los 70, simplemente haciendo riffs, o como yo lo hago, como un muro de sonido”. Esto afirmaba el músico en una entrevista con la web No Clean Singing antes de aclarar que en sus anteriores trabajos no era tan habitual, que “también empleaba un pedal overdrive, pero en Hawkdope el sonido es completamente fuzz”.
Escuchando el disco queda claro que el líder de la banda es un dedicado compositor de pasajes sonoros. Hawkdope circula por una carretera pesada y descarnada que tiene un evidente regusto a clásicos como Black Sabbath o Hawkwind, pero también a Fu-Manchu, Monster Magnet y otros pioneros del acid y el stoner. Estas referencias, por otra parte, siempre están en la boca de Fiori cuando se le interroga sobre sus influencias directas. Las letras de las canciones quedan en un segundo plano; tratan temas como lo mucho que nos gusta el rock o lo bien que suena el fuzz a la vez que nos sumergen en experiencias lisérgicas. No es que sean malas, pero tampoco son la principal baza de un grupo que desde luego no tiene la pretensión de destacar por su lirismo. Aquí lo que se valora es el conjunto, el distorsionado conglomerado de energía que mana de la guitarra y garganta de Gabriele Fiori, la batería de Alberto Croce y el bajo de Dario Ioca.
Hawkdope bajo la lupa
El primer tema que suena es The propeth, y lo hace como una declaración de principios de lo que Black Rainbows puede ofrecer. Es una canción rápida y cañera, con algún detalle de inspiración sideral y desarrollos instrumentales realmente interesantes. Una muy buena manera de abrir la escucha. A partir de aquí se suceden composiciones con una pauta puramente stoner como Wolf eyes y otras de mayor carga energética, aunque sin apartarse nunca de esa orientación pesada y densa que da sentido unitario al conjunto. Es hacia mitad de recorrido cuando se ofrece un breve trance de alivio mediante esa inspiración acústica de aroma desértico que es Waiting for the sun; una pausa para ir al baño en medio de la tormenta de arena.
Hawkdope esconde algunas sorpresas a lo largo de su metraje. La más notable aparece en el tercer corte, que comparte nombre con el disco y es un destacable ejercicio de rock psicodélico pesado; extenso, saturado y con un tramo final cargado de ambientación que esculpe uno de los momentos de mayor disfrute. La esencia de esta canción se repite en el último tema, The cosmic picker, aunque con una estructura diferente que va de menos a más y logra echar el cierre dejando un regusto lisérgico la mar de satisfactorio.
En general, este es un trabajo que difícilmente disgustará a quienes sientan cierta propensión hacia el estilo musical en el que se enmarca. Tal vez no sea el máximo exponente de Black Rainbows, pero cuenta con el valor añadido de aportar nuevas texturas que hasta entonces la banda solamente había esbozado con mayor o menor intensidad. La selección de canciones abarca todas las inquietudes musicales de un Gabriele Fiori en estado de gracia que da un firme paso adelante para sentar las bases de lo que sería su banda a partir de entonces: rock, fuzz y algún chispazo de psicodelia.
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