AMERICAN RECORDINGS. CÓMO RESUCITAR A UN MÚSICO COUNTRY

AMERICAN RECORDINGS. CÓMO RESUCITAR A UN MÚSICO COUNTRY

Muchos de nosotros llegamos tarde a Cash. Personalmente, recuerdo estremecerme un poquito con la noticia de su muerte en aquel lejano septiembre de 2003. Sin embargo, la cruda realidad es que no hacía mucho tiempo que podía considerarme entre las filas de sus seguidores. Johnny Cash había experimentado su particular resurrección a mediados de los noventa, pero ni su flagrante regreso desde el limbo de las viejas glorias ni sus primeros discos en esta nueva etapa llamaron la atención de gente que, como yo mismo, vivía 1994 desvaneciéndose en brazos de otras novedades más ruidosas: Green Day, Pearl Jam, Nirvana, Platero y Tú o La Polla Records, por mencionar algunas. El de Arkansas era un músico viejo, un Matusalén cuya existencia resultaba por aquel entonces translúcida para nosotros. No teníamos la adolescencia para harturas country. Y fue así, inconscientes y ufanos, como nos perdimos uno de los retornos musicales más interesantes de las últimas décadas, una vuelta a la palestra que quedó plasmada en una serie de grabaciones conocidas como American Recordings.

Es de ley que para resurgir hay que desplomarse primero, y Johnny Cash estaba rozando el hundimiento. Los ochenta no le habían tratado bien y prácticamente subsistía como una gloria caduca a punto de materializarse en polvo. Tras varios álbumes desprovistos del más mínimo interés, el músico perduraba a base de rentas (que no eran pocas) y de recitales que se movían entre el patetismo y la desgana. Por supuesto, el radar de las nuevas generaciones no estaba dotado para localizar su presencia. Podría decirse que si seguía en activo, era por pura inercia.

Johnny cash en directo

El tándem Rubin-Cash

Por aquel entonces, Rick Rubin era algo así como el productor de moda. Un hombre especializado en rock duro, rap y heavy metal que había sido clave en la consagración de gente como Slayer, Beastie Boys, Run-DMC o Red Hot Chilli Peppers. En 1993 escenificó un funeral teatralizado para dar por concluida la vida de su primera productora, Def American, e inaugurar así una nueva etapa bajo otro nombre: American Recordings. Su idea para echar a rodar esta singladura fue lanzarse de cabeza a algo nuevo; trabajar con algún artista de la vieja guardia en lugar de orientar su labor hacia bandas nóveles en busca de fama.

Es así como Rubin visita el camerino de Johnny Cash tras una de sus desoladoras actuaciones. Ahí se encuentra con alguien agotado. “Su silencio me incomodaba”, dice el productor, “le ofrecí hacer un álbum juntos y no mostró interés alguno”. Cash, efectivamente, estaba vitalmente seco y no podía entender las razones por las que ese hombre desconocido e insultantemente más joven que él se interesaba por su persona. Aun así, aceptó; no se sabe bien si por curiosidad o porque algo instintivo le mordió en la pierna. Y si fue por esto último, desde luego que la corazonada resultó de lo más certera. Pues la idea de Rubin nunca fue reinventar a Cash sino recuperarlo; mantener el espíritu y ahondar en la esencia hasta hacer florecer su versión más pura. Para ello se le propuso grabar una serie de canciones ajenas al country, pero acercarlas a este estilo adaptándolas a un discurso desnudo, melancólico y privado de arreglos que reflejase la idiosincrasia de un hombre talentoso en sus horas más bajas.

American Recordings, Cash & Rubin

Llega el primer American Recordings

Parece ser que Johnny Cash se dejó seducir por la propuesta (más todavía al confirmarse que esta no incluía la composición de nuevo material) y la atmósfera fue destensándose gradualmente hasta que entre músico y productor se estableció una sólida relación de respeto y confianza que solo mejoraría con el paso de los años. El resultado de estas sesiones vio la luz en 1994 bajo el nombre de American recordings, un disco que contenía algún tema antiguo de Cash y versiones de artistas como Tom Waits, Nick Lowe, Leonard Cohen o Danzig. El sector más tradicional del country se llevó las manos a la cabeza, se mesó las barbas con incredulidad y dio la espalda a un álbum que fue considerado atrevido y poco más que desvergonzado. Poca gente del entorno comprendió la unión de una leyenda como Cash y un productor barbudo, desaliñado y con pintas de heavy que solo había trabajado con bandas de melenudos y presuntos delincuentes juveniles. La acogida del público general también resultó tibia, al menos en un primer momento.

Fue la crítica especializada la que más reivindicó al nuevo Cash. Rolling Stone, por ejemplo, lo calificó como una serie de “meditaciones crudas, despojadas, en su mayoría acústicas, del lado más apocalíptico de la personalidad de Cash”. Y desde ahí, el disco fue haciéndose más popular y comenzó a calar entre los oyentes hasta el punto de ganar un Grammy en la categoría de Mejor Álbum de Folk Contemporáneo. Johnny Cash había vuelto, y lo había hecho en su versión más crepuscular, desabrigada y auténtica. De pronto, la industria lo reclamaba de nuevo y era descubierto por varias generaciones mientras que otras lo demandaban como suyo, por veteranía y por derecho. Gran parte de la facción más castiza del country seguía sin verle la gracia a todo esto, así que Rubin publicó un anuncio en prensa donde podía leerse “Johnny Cash y American Recordings quieren agradecer su apoyo a la élite musical de Nashville y a las emisoras country”, todo ello acompañado por la famosa foto del músico haciendo una ostentosa peineta a cámara.

Johnny Cash

Johnny Cash cabalga de nuevo

No cabe duda de que todo esto hizo mella, para bien, en la salud de Cash. Su apetito interpretativo rejuveneció con avidez sellando en American recordings el primer paso de un porvenir positivista, de una nueva etapa que se antojaba esperanzadora aunque siempre desde la introspección y la honestidad, mostrando la auténtica cara de una figura veterana que ya había tocado las estrellas y chapoteado en el fango. La articulación Cash-Rubín perduró por cerca de diez años durante los que se llegaron a editar tres discos más. Todos ellos bajo la misma premisa: mayoría de canciones prestadas, economía de arreglos, pocas florituras y un espíritu crepuscular, siempre en blanco y negro, que logró hacer de la antigua estrella country un nuevo referente para varias generaciones que nunca habrían dado un dólar por él.

Así, entre 1994 y 2002 se grabaron Unchained, Solitary man y The man comes around. Tom Petty & The Heartbreakers participaron como banda de acompañamiento en el primero de ellos; luego, varios de los mismos músicos continuarían colaborando activamente en la grabación de los siguientes discos junto a otros personajes como Sheryl Crow o John Frusciante. En 1996, Cash se hace con el Grammy al Mejor Álbum Country y en 2000 vuelve a ganar el mismo premio en la categoría de Mejor Actuación Vocal Masculina por su interpretación de Solitary man, de Neil Diamond. Fueron muchos los artistas versionados: Beck, Soundgarden, Tom Petty, U2, Nick Cave, Simon and Garfunkel, Sting, Depeche Mode, Eagles, The Beatles, Hank Williams o Nine Inch Nails, por mencionar algunos.

American Recordings en una canción: Hurt

Y Johnny Cash murió el doce de septiembre de 2003. Pero antes pudo entonar su particular canto del cisne en forma de canción para la posteridad. Si hacemos caso a las palabras de Rubin, la primera vez que Cash escuchó Hurt “me miró como si estuviera loco, porque la versión de Nine Inch Nails es muy ruidosa y agresiva”. Sin embargo, la propuesta del productor terminó por convencerle y ambos registraron una magistral versión cargada de belleza, oscuridad y dramatismo; un tema capaz de remover entre lo más profundo de cada uno hasta encontrar al menos una lagrimilla que hacer brotar en la superficie. Hurt, además, se completó con un vídeo musical que muestra al músico en el ocaso de su existencia y acentúa extraordinariamente el irremediable clima melancólico de una canción que define a la perfección el carácter de los últimos años de Johnny Cash. Hasta el punto que Trent Reznor, autor del tema original, llego a afirmar que esa ya no era su canción, que ya no le pertenecía.

Todo llega a su fin

Como decíamos, Cash nos dejó en 2003 tras un breve y penetrante periodo de duelo por el fallecimiento de June Carter, su mujer. La que lo había acompañado durante los mejores y peores años de su vida. La que lo había hecho florecer tras rescatarlo de la hélice cataclísmica del alcohol y las drogas. El músico conjuró la viudedad entre el recogimiento personal e intensas sesiones de grabación de nuevo material. Rubin tiró por lo sensato y trató de convencerle para que superase la pena entre los muros de su hogar, para que dejase pasar todo el tiempo que fuese necesario en compañía de sus seres queridos. Sin embargo, sus buenas intenciones impactaron contra una expeditiva respuesta: “si no lo hago, dudo que pueda seguir viviendo”. Y aun así, Johnny Cash moriría cuatro meses después. El 12 de septiembre de 2003.

Fue así como Rick Rubin recibió en herencia un conjunto de canciones que le vendrían de perlas para cerrar progresivamente esta etapa de su vida en la que había contribuido a devolver la dignidad a una vieja gloria en vías de extinción. La siguiente entrega de la saga se publicó en 2006 con material grabado entre la desaparición de June Carter y la de Johnny Cash. Llevó por título, A hundred highways. Cuatro años después se anunció el disco que cerraría el periplo, Ain’t no grave. En conjunto, estos dos trabajos póstumos reflejan magistralmente el momento de duelo que atravesó el músico en 2003. La voz de Cash envejece, se vuelve más áspera y apagada, pero la esencia del conjunto prevalece y se deja llevar por esa energía melodramática que había sentenciado sus últimos años de actividad. Bruce Springsteen, Hank Williams, Gordon Lightfoot, Sheryl Crow, Kris Kristofferson o Elvis Presley fueron algunos de los artistas versionados.

Y fue así, de manera natural, auténtica y cruda, como se dio por finalizada la carrera de Johnny Cash. “No hay tumba que pueda retener mi cuerpo”, canta el músico en una de estas últimas grabaciones. Tal vez sin saber que al hacerlo, esculpía un más que digno epílogo a su vida y a su obra.

Compárteme

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Los datos de carácter personal proporcionados al rellenar este formulario serán tratados exclusivamente por el responsable de esta web. La finalidad de la recogida y tratamiento de los datos solicitados en este formulario es la de responder al usuario de acuerdo a su solicitud. Al introducir sus datos personales, el usuario acepta expresamente nuestra política de privacidad. No introducir los datos solicitados podrá acarrear la imposibilidad de atender tu solicitud. Puedes consultar toda la información adicional y detallada en nuestra política de privacidad.