ROBERT BRADLEY’S BLACKWATER SURPRISE. LA FAMA EFÍMERA

ROBERT BRADLEY’S BLACKWATER SURPRISE. LA FAMA EFÍMERA

Este es un cuento de éxitos y fracasos, aunque a la larga los segundos pesarán más que los primeros. Porque lo de Robert Bradley’s Blackwater Surprise es un ejemplo de que las cosas no siempre salen del todo bien, por mucho que el universo reparta las mejores cartas y todo parezca una conspiración ideada para alcanzar los sueños más dulces.

Unos muchachos rockeros de Detroit

Para narrar bien esta historia hay que partir de dos líneas argumentales aparentemente destinadas a no converger jamás. Por un lado tenemos a unos jóvenes músicos de Detroit que tratan de abrirse camino entre la densa jungla de la música rock norteamericana. Son buenos, suenan bien y podrían tener una prometedora carrera por delante. En 1990 ya tenían dos discos publicados, Time bomb y Mood ring, bajo el nombre de Second Left. Álbumes más que correctos; con un sonido acorde a su época, aunque sin arriesgar demasiado, y unas canciones que podrían haber funcionado a nivel comercial si se les hubiese dado la visibilidad necesaria o se hubiesen grabado en la costa opuesta del país. Pero no fue así, y Second Left vagaba por los concurridos caminos del suicidio musical a pocas paradas del final de línea. En la banda militaban los hermanos Michael y Andrew Nehra, músicos y productores que poseían su propio estudio de grabación, White Room.

En Alabama, un músico ciego

Unos cuantos kilómetros al sur y varios años atrás en el tiempo, el estado de Alabama ve nacer en 1950 a un niño desprovisto de vista cuyos padres llamaron Robert. Ya de pequeño, este comienza a hacer sus pinitos en el coro de la Escuela de Alabama Para Niños Ciegos. Dieciséis años después la familia Bradley se muda a Detroit; pero Robert no tarda en emigrar a California, donde ocupa varios años de su vida deambulando de ciudad en ciudad. Ahí comienza a integrarse en el circuito de garitos nocturnos y se zambulle de lleno en el mundo de la música folk, soul y blues. Milita en diferentes formaciones y, llegado el momento, aprende a tocar algunos instrumentos para poder actuar en solitario y pasar así por alto el engorroso proceso de repartir beneficios con otros miembros de una banda.

Robert_Bradley

En 1972 regresa a Detroit y la calle se convierte en el principal escenario de sus actuaciones. Los sábados es un habitual del mercado de granjeros del  Eastern Market y el resto de días se funde entre los músicos callejeros que se reparten la acústica del paisaje urbano de la ciudad. Se casa y se divorcia. En sus propias palabras, durante aquella época “era feliz y libre haciendo eso. La gente se acercaba, me echaba algo de dinero, escuchaba un rato y seguía su camino. Lo hice durante años, tío. Dejé atrás una familia para dedicarme a ello. Para mí, la música es lo único que importa”.

Y, por fin, se cruzan los caminos

Así pasa el tiempo, uno curtiéndose a base de actuaciones callejeras y otros tratando de sacar adelante un proyecto musical que hace aguas por todas las grietas de su casco. Hasta que llegó ese día de 1994. Los hermanos Nehra dejaban pasar la jornada ensayando en White Room Studio. Seguramente hacía calor, pues la ventana se encontraba abierta y suponemos que por ella entraría algo de brisa del exterior, el piar de algún pájaro, el bramido del tráfico y, eso seguro, el cantar de un ciego apostado a escasos metros del local. Al escuchar la música, Michael y Andrew se asomaron a la ventana y así permanecieron una hora, atentos a la actuación de Robert Bradley. Después, como movidos por el instinto de supervivencia, bajaron a la calle e invitaron al cantante a improvisar un rato con ellos.

Parece ser que la compenetración fue rápida. Ese mismo día, los Nehra propusieron al ciego llevar la parte vocal de un nuevo proyecto en el que participarían los tres junto a Jeff Fowles, batería de Second Left. Y, pese a que lo fácil hubiera sido acceder sin duda ni demora, Robert Bradley claudicó ante sus impulsos trotamundos y se embarcó en un periplo de seis meses por su Alabama natal. A su regreso, y tras superar la sorpresa de que la propuesta continuase en pie, nació Robert Bradley’s Blackwater Surprise.

Robert Bradley Blackwater Surprise

Robert Bradley’s Blackwater Surprise, el debut

El primer disco del nuevo grupo salió al mercado en 1996 y fue descrito como un experimento sorprendente y de sobrada calidad, una llamativa colaboración entre un músico callejero ciego y un trío de rock alternativo. Este trabajo incluye once cortes, todos compuestos por un Robert Bradley en estado de gracia y algunos de ellos completados en la parte instrumental por el resto de miembros del grupo.

Como productores del disco, los hermanos Nehra tuvieron claro desde el principio que la clave residiría en dejar que Robert volase libre; en no cortar ni una pluma de su espontaneidad ni de su carácter, forjado a base de años desgastando adoquines. Así, la banda toma la sabia decisión de permanecer en un segundo plano y permitir que la música surja con libertad desde la batuta de su cantante. No en vano, la mayoría de las canciones del álbum son resultado de una única grabación. La voz de Robert Bradley suena en ocasiones gastada y arrastrada, pero siempre con fuerza y sabiendo adaptarse de manera instintiva a las necesidades de cada composición. Aquí hay soul y rock en perfecta armonía, pero también destellos de otros estilos y perfectos arreglos instrumentales que complementan perfectamente el resultado final.

Los momentos álgidos del disco coinciden con las composiciones que se muestran con un alma más soul; temas como Comin’ down, California o Governor. Pero es One upon a time quien sin duda se lleva la palma. Esta es una canción de las que dejan huella, una llamada a la nostalgia, un clásico inmediato al que lamentablemente no se ha correspondido con la atención que merece y por el que transitan nombres propios, ideas y lugares del imaginario colectivo que resumen años de cultura popular norteamericana. Una gozada.

La larga senda hacia lo que nunca llegó a ser

Las buenas palabras de parte de la crítica especializada dieron cierta fama al grupo, que pudo actuar en vivo junto a nombres como Dave Matthews Band, Sonic Youth o Brian Seltzer Orchestra. El vídeo musical de Once upon a time fue elegido como clip de la semana por el programa de MTV Twelve angry viewers. Sin embargo, el disco no terminó de funcionar y la banda no tardó en caer en descrédito para su discográfica, RCA. Así, Robert Bradley’s Blackwater Surprise entra en un periodo de barbecho creativo del que no asoma hasta el año 2000 con la publicación de Time to discover, un disco que, pese a no sonar mal en conjunto y contar con la participación de Kid Rock en un par de cortes, pierde toda la frescura y la fuerza espontánea de su predecesor.

A partir de entonces comienzan las horas más bajas del grupo. Sus composiciones resultan cada vez más pobres y se encadenan una serie de trabajos que pasan bastante desapercibidos. En 2006 editan un buen doble disco en directo, What about that: New Year’s Eve in Bloomington. Pero si prestamos atención a los créditos, descubrimos que ni los Nehra ni Fowlkes forman ya parte del grupo. Algo ha pasado por el camino y de los cuatro miembros originales ya solo queda el que da nombre a la formación. El resto siguen trabajando en la industria, pero discretamente alejados de los focos. Y así, en 2008 ve la luz la última grabación de Robert Bradley, Out of the wildnerness, que curiosamente supone un epitafio más que digno a la carrera discográfica de un artista que pudo haber sido mucho más de lo que nunca llegó a ser.

Imagen Robert Bradley con guitarra: Robert Bradley’s Blackwater Surprise FB fan page.

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