BREVE HISTORIA DE LAS PORTADAS DE DISCOS

BREVE HISTORIA DE LAS PORTADAS DE DISCOS

Cuántas veces nos habrá pasado que a la hora de comprar un disco pesan más los criterios estéticos, visuales, que la música de sus entrañas. Llegas a una tienda y comienzas a escarbar entre los estantes y las cubetas. Los dedos se activan de manera instintiva y corretean entre los ejemplares como autómatas. Los ojos captan breves destellos de información; un nombre o un rostro reconocible. Pero de repente… ¡plash! Algo llama poderosamente tu atención y todo el mecanismo se detiene al unísono. Frenazo en seco. Enhorabuena, vas a llevarte a casa un conjunto de canciones que ni siquiera conocías. Y todo porque el diseño de su envoltorio te ha puesto ojitos. Bueno, es posible que antes saques tu teléfono y hagas una rápida búsqueda para escuchar un par de acordes, solo con el objetivo de confirmar tu intuición, para no llegar a casa y comprobar que se te ha ligado un músico de cumbia-fusión. Pero la suerte ya está echada, los dados corren sobre el tablero y solamente el futuro inmediato desvelará si has acertado o no. Sea como sea, te habrás hecho con un bonito lienzo y, además, con una jugosa anécdota. Probablemente, esto será familiar para todos los que somos consumidores de música en formato físico, pero hay que tener en cuenta que no siempre ha sido así, que las cosas tienen su origen. Incluso este episodio que llamaremos Historia de las Portadas.

La prehistoria

Para comenzar esta lección no hace falta remontarse al imperio romano, ni siquiera a la revolución francesa. Basta con fijar el punto de partida en 1887, cuando Emile Berliner patenta el gramófono y pone así fin al corto reinado del fonógrafo como líder indiscutible en el arte de grabar y reproducir música. A grandes rasgos (que me disculpen los técnicos), ambos aparatos eran similares; los dos constaban de una caja de madera sobre la que se colocaba un elemento giratorio que, mediante la acción de una manivela, era leído por la aguja que transmitía el sonido a través de un llamativo altavoz-tubo en forma de cuerno. Una de las principales diferencias entre estos dos sistemas era precisamente ese elemento giratorio; en el caso del fonógrafo tomaba la forma de cilindros con la música impresa en sus surcos, pero con la llegada del gramófono estos fueron sustituidos por discos planos de color negro y fabricados en goma laca. Los abuelos de los actuales vinilos, podría decirse.

Gramófono

El caso es que la aparición de este formato permitió que la industria musical diese un notable paso hacia el futuro mediante el registro y posterior distribución comercial de material sonoro. Ahora la gente podía escuchar música en sus casas sin tener que recurrir a los servicios de una orquesta de cámara. Pero todo esto andaba todavía en pañales. El negocio era joven y contaba con tan pocos recursos como sentido del progreso. Los primeros discos eran de doce pulgadas y solamente soportaban unos cinco minutos de música por cada lado. Esto provocaba que para comercializar, pongamos, una sinfonía podían necesitarse unos diez discos que se almacenaban en álbumes con páginas de papel y cubiertas de cartón o, en el mejor de los casos, cuero.

Si algún lector tuvo la oportunidad de utilizar videojuegos grabados en disquetes, podrá obtener una imagen más precisa del conjunto.

La industria, como decíamos, atravesaba lógicos momentos de inexperiencia que no parecían requerir nada que se semejase al actual concepto de marketing. Los álbumes se vendían en tiendas y los clientes preguntaban directamente por lo que les interesaba. “¿La segunda de Shostakóvich? Claro, aquí tiene”. Y te ibas a casa con una especie de libro gordo relleno de discos que tenía una carátula donde solamente podía leerse: “La segunda de Sostakóvich”. Más o menos. A todo esto, por contextualizar, hay que sumarle la crisis económica derivada de la Gran Depresión. Un insignificante factor que solo jugaba a favor de la austeridad.

Álbum para gramófono

Comienza la historia de las portadas

Y es así como alcanzamos el año 1940 y presentamos a Alex Steinweiss, un joven relleno de ilusión y pasión por las vanguardias artísticas europeas que lideraba el departamento de publicidad de Columbia Records. Liderar, en este caso, es todo un eufemismo dado que era el único trabajador de esta división comercial. El caso es que fue a él a quien se le ocurrió la idea de relacionar directamente el producto musical con el concepto de arte dando origen, por fin, a la historia de las portadas de discos. Se cuenta que en su empeño por iniciar este proceso volvió locos a una nada despreciable cantidad de directivos de Columbia que, ya abotargados ante la insistencia de su empleado, aceptaron financiar su extravagante capricho.

Alex Steinweiss

Smash song hits, de Richard Rodgers y Lorenz Hart interpretado por la Imperial Orchestra fue el primer disco de la historia en contar con una portada. Para realizar esta proeza, Steinweiss solo necesitó un fotógrafo y convencer al director del Imperial Theatre de Nueva York para que cambiase de orden las letras de la marquesina del local durante un par de horas, las suficientes para poder tomar unas cuantas imágenes que sirviesen para dar forma al diseño definitivo. El resultado ya es leyenda, pues una vez que el disco salió al mercado las ventas del catálogo de Columbia Records aumentaron un 800 % en pocas semanas. La compañía no tuvo más opción que genuflexionar ante Steinweiss y dotar a su enclenque departamento publicitario de toda la riqueza requerida para hacer que su varita mágica no descansase jamás.

El siguiente disco que formó parte de la historia de las portadas fue una grabación de la tercera sinfonía de Beethoven bajo la dirección de Bruno Walter.

Historia de las portadas - Smash song hits

Arranca el negocio

Como hasta el menos sagaz de los presentes habrá podido suponer, este es el instante en el que la mercadotecnia aplicada a la industria musical descubre el fuego, o inventa la rueda, o la guillotina; todos son buenos ejemplos. Alex Steinweiss abrió la puerta a toda clase de ilustradores y fotógrafos que contribuyeron a relacionar directamente música con diseño y arte. La obra sonora comienza a ser arropada por la labor de profesionales de lo gráfico que interpretaban su esencia para completar el conjunto haciéndolo infinitamente más atractivo para el consumidor final. Los primeros discos que contaron con portadas fueron sobre todo de jazz, pero esta tendencia comenzó a expandirse hacia nuevos géneros conforme las vanguardias sonoras del siglo XX asomaban por el horizonte.

Alex Steinweiss portadas

A finales de la década de los cuarenta, la goma laca es sustituida por el vinilo y los discos pasan a ser de treinta y tres revoluciones por minuto. Esto quiere decir, en parte, que su capacidad y tamaño aumentan. Se rumorea que Steinweiss fue el primero en denominar a este novedoso formato como LP, long play. Al crecer en diámetro, los antiguos álbumes (esos gruesos libros que en lugar de páginas portaban pequeños discos) dejan de ser necesarios y se hace necesaria una nueva forma de carpeta: una simple funda de cartón que, por sus mayores medidas, resulta más que adecuada para plasmar en ella la creatividad de los artistas que poco a poco hacían sus pinitos en esta historia de las portadas.

Durante toda su carrera profesional, Alex Steinweiss diseñó miles de carátulas. En ocasiones incluso las hacía bajo un seudónimo, Piedra Blanca, que se dice que empleaba para encargos de la competencia. En sus propias palabras todo queda muy claro: “consideraba que esa no era forma de envolver algo tan hermoso como la música. Imaginaba carteles de color que enlazasen con el espíritu de cada disco en lugar de esas bolsas-lápida de papel o cartón”.

Alex Steinweiss - Piedra Blanca

Los siguientes pasos en la historia de las portadas de discos

Los años cincuenta trajeron el rock & roll y, con él, una nueva forma de relacionarse con la música desde los estratos más populares. Los sesenta fueron pasto de los hippies y germen de muchas nuevas formas de entender la creación musical. Luego llegaron los setenta con su rock duro, su heavy metal y su punk. Mientras tanto, por supuesto, el jazz seguía evolucionando, el folk continuaba vigente y la música clásica no paraba de crear e interpretar viejas composiciones. La electrónica comenzaba a caminar. Los ochenta fueron coloristas y dieron paso a una nueva década marcada por cierta vanguardia reaccionaria. Luego, ya, el siglo XXI y hasta hoy. El caso es que la música se mueve, evoluciona al compás de la moda cambiante o los sucesivos paradigmas culturales y esto, por supuesto, deja también su impronta en la manera de representarla gráficamente.

Historia de las portadas - Nirvana y Joy Division

Durante los años sesenta, la figura del artista estrecha lazos con la del músico mediante un pegamento particularmente denso. La historia de las portadas da notables saltos cualitativos y estas comienzan a considerarse como un elemento fundamental de la cultura popular y tanto su concepción como su relevancia alcanzan niveles que en ocasiones trascienden los aspectos netamente relativos a la industria musical. Como dijo alguien alguna vez, el estrecho matrimonio entre el diseño gráfico y la música provocó que los miembros de la clase trabajadora pudiesen adquirir sus particulares obras de arte, lienzos de cartón que en lugar de colgar de altas paredes se amontonaban en estanterías o se desperdigaban por suelos y mesas. Los músicos, conscientes de todo esto, se inmiscuyen cada vez más en el diseño de las carátulas de sus discos con el objetivo de consolidar la imagen que quieren proyectar en sus seguidores. La creación artística aparece así como una manera más de afianzar y manejar el aspecto de una banda; de crear, en definitiva, una marca sólida.

The Beatles

El arte se convierte al final en algo intrínseco a la producción discográfica. Nunca lo sabremos, pero tal vez la trascendencia de Sgt. Pepper’s lonely hearts club band no hubiese sido la misma despojado de su icónica imaginería. Sin cambiar de grupo, también es posible que el equipo de John Kosh no pudiese ni siquiera atisbar el alcance de su fotografía de los cuatro Beatles cruzando un paso de cebra. Tanta que, a día de hoy, una cámara ubicada en los Abbey Road Studios reproduce ininterrumpidamente todo lo que se cuece en ese particular cruce de caminos londinense (puedes ver la cámara aquí).

Llega el turno de Hipgnosis

En 1968, Aubrey Powell y Storm Thorgerson fundan el colectivo de diseño gráfico Hipgnosis marcando así un nuevo hito en la historia de las portadas de discos. Su primer encargo fue A saucerfull of secrets, de Pink Floyd, y desde entonces no dejaron de crear obras para músicos de primer nivel. Al menos hasta su disolución a comienzos de la década de los ochenta. Muchas de las carátulas más icónicas de todos los tiempos brotaron de las mentes de estos dos artistas a los que en 1973 se unió Peter Christopherson. Gran parte del porqué de su éxito es achacable a su creatividad, a la originalidad y puntería de sus propuestas, pero también hay que tener en cuenta una clara tendencia hacia lo excesivo; cierta capacidad para olfatear la mayor autenticidad y dilapidar en ello ingentes montoneras de dinero. En este sentido, trasladar una estatua hasta la cima de una montaña nevada en Suiza, pegarle fuego a un figurante humano para que pose estrechando su mano a otro, viajar hasta Hawái con el único objetivo de fotografiar a una oveja en un diván o colapsar inintencionadamente el tráfico aéreo de Londres con un enorme cerdo hinchable son solamente algunos de sus hitos.

Historia de las portadas - Hipgnosis

Si aceptamos que el trabajo de Steinweiss sería el equivalente a la invención de la imprenta en la historia de las portadas, no sería descabellado afirmar que con Hipgnosis se alcanzó la revolución industrial. Su obra, desde luego, ha marcado un antes y un después. Comprobarlo es fácil, solamente hay que mencionar nombres como Pink Floyd, Led Zeppelin, Black Sabbath, Genesis, UFO, Scorpions, AC/DC, Electric Light Orchestra, T. Rex, Wishbone Ash, Bad Company, Wings, Hawkwind, Yes o Paul McCartney. Y los que nos dejamos en el tintero.

Hipgnosis

El momento de los grandes artistas

Tras ellos (y durante ellos) fue habitual que el nombre de artistas de fama mundial comenzase a estar asociado al de grupos de no menor proyección. Andy Warhol fue responsable de la imagen que anunciaba a The Velvet Underground (un plátano, dirán algunos. Sí, un plátano), al igual que creó una original portada no exenta de polémica y censura para The Rolling Stones. La fotografía también reclamó su particular pista en este circo y, así, indiscutibles grandes autores como Annie Leibovitz, Robert Mapplethorpe o Richard Avedon aportaron la imagen para discos de Bruce Springsteen, Patti Smith o Simon and Garfunkel respectivamente.

Historia de las portadas - fotógrafos

En las últimas décadas, géneros como el hard rock o el heavy metal y toda su infinidad de variaciones han adoptado a ilustradores de primer nivel para confiarles el arte de sus discos, el diseño de sus logotipos, la creación de sus mascotas y, en general, la producción de una imagen de marca sólida, duradera y fácil de identificar. Para muchos de nosotros es imposible desligar el nombre de Iron Maiden de todo el imaginario gráfico creado por Derek Riggs. De la misma manera que el concepto de Motörhead no sería el mismo sin la creatividad de Joe Petagno o infinidad de grupos de metal no podrían liberarse del arte de Andreas Marschall.

Heavy metal

Se dice, por ir cerrando todo esto, que nunca hay que juzgar un libro por su portada, pero la realidad es mucho más compleja y no puede encerrase en un rapto sentencioso tan estrecho. A día de hoy, el arte gráfico continúa siendo algo estrechamente vinculado a la industria discográfica. Cualquier lanzamiento viene acompañado de expectativas que sobrevuelan tanto la música como sus aspectos visuales; la carátula, la encuadernación, el libreto interior, las diferentes versiones y ediciones… Tal vez la democratización de determinados programas informáticos de diseño gráfico y la generalización del single en formato digital hayan devaluado ligeramente todo esto, pero si un buen disco viene acompañado de una buena portada, será todavía mejor disco.

Andy Warhol

Imagen del gramófono de Jalal gerald Aro.

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2 comentarios en «BREVE HISTORIA DE LAS PORTADAS DE DISCOS»

  1. Sin duda, una buena portada es el complemento ideal para un disco e incluso un libro. Muy interesantes tus historias, nos refrescan la memoria…..

    • Sí, aunque la clave de todo lo que dices es la palabra “buena”. Porque hay veces que…
      ¡Gracias por tus comentarios!

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