VAMPIROS, CUCARACHAS Y ROCK. TARANTISM, DE TITO & TARANTULA

VAMPIROS, CUCARACHAS Y ROCK. TARANTISM, DE TITO & TARANTULA

En internet ya se ha escrito mucho sobre mitos eróticos y cine. Realmente hay poco que añadir al respecto; sobre Bridgitte Bardot posando en la costa de Saint-Tropez o Ursula Andress emergiendo del mar ataviada con dos conchas, un bikini blanco y un cuchillo a la cintura. Y ya sé que esta no es ni de lejos la temática principal de esta página, pero hoy voy a invocar una pequeña licencia para caminar fugazmente por estas ramas, solo a modo de introducción. Mitos eróticos, decíamos. Cada generación tiene los suyos; ya sea Sylvia Kristel en su butaca de mimbre, Paul Newman sobre una bicicleta en el no tan salvaje Oeste, Kim Basinger jugueteando con un hielo o Brad Pitt a pleno galope por las praderas de Montana. Todos son buenos; al final depende del gusto de cada uno. Y precisamente por eso, muchos de los que en 1996 teníamos en torno a dieciséis años atesoraremos grabada en un rinconcito de la memoria la imagen en movimiento de Salma Hayek con una pitón albina sobre los hombros, ambas contoneándose al compás de la batuta de Tito & Tarantula sobre el escenario de un turbio bar de carretera llamado La Teta Enroscada.

Una canción la mar de sexy

Seguro que sabéis de qué hablo. Ladrones, secuestros, tierras fronterizas, camioneros, vampiros y la ya mítica escena del baile previa a la orgía de sangre. Todo un título de culto devenido desde una no muy modesta serie B. El caso es que no sabría decir con seguridad si Salma Hayek y su danza macabra van a ser capaces de sobreponerse al paso del tiempo como un mito erótico más. Pero si en su momento funcionó fue por varias razones; una de ellas, la música.

From dusk till dawn

La escena, que dura poco más de cuatro minutos, avanza a través de una canción llamada After dark. Se trata de un blues con varios cambios de ritmo que destaca por su cadencia sensual y provocadora, perfecta para acompañar el movimiento sinuoso de unas caderas. El conjunto, además, huele a noche; a garito, a sudor y a vasos de whisky que se rellenan una y otra vez. La voz y la guitarra entablan un diálogo perfecto. Ambas ocupan sus respectivos lugares y se ceden el protagonismo con elegancia para crear, a criterio de muchos, una de las composiciones más sexys de los años noventa, al menos en su estilo.

Punk, cine y grupos de rock

Este tema surge en parte de la imaginación de Humberto Lorenzo Rodríguez “Tito” Larriva, nacido en Ciudad Juárez en 1953. A finales de los años setenta, Tito forma parte de la banda punk californiana Plugz. Graban dos discos y ganan cierta notoriedad, la suficiente para tener su camarilla de seguidores pero no la necesaria como para alcanzar un auténtico éxito comercial. Posteriormente funda el grupo Cruzados, donde explora sonidos más fronterizos junto a otros propios del blues-rock. La sociedad se disuelve a finales de los ochenta, pero no antes de poder participar en la banda sonora de la película De profesión: duro. Sin embargo, esta no era su primera incursión en el mundo del cine, pues varios temas de Plugz ya habían puesto música a otra cinta: Repo man.

Una vez cerrada la puerta de Cruzados, Tito Larriva continúa vinculado al séptimo arte mientras monta un nuevo grupo estable que termina por llamarse Tito & Tarantula. Actúan en clubes de Los Ángeles y componen sus primeras canciones. Llegado el momento, el destino se manifiesta bajo el disfraz de un antiguo fan de Plugz que, además, es director y guionista; su nombre, Robert Rodríguez. Así, suponemos que tras largas jornadas de divagaciones y mezcal, el grupo logra meter tres canciones en Desperado y el propio Tito consigue un pequeño papel en la cinta. La presencia del músico se hizo habitual en el rodaje y, parece ser, llegó un día durante la fase de producción de la película en el que Tito estaba tocando una vieja canción de la época de Cruzados. La melodía gustó al director y este le propuso utilizarla para acompañar un número de baile que formaría parte de una historia de vampiros poco convencional en la que estaba trabajando. El músico aceptó y terminó por grabar nuevos temas para Abierto hasta el amanecer. Lo siguiente es historia. La película fue un éxito, la banda sonora se vendió como churros, la gente comenzó a asistir en masa a las actuaciones de Tito & Trantula y el grupo decidió que era el momento de entrar en el estudio de grabación.

Tito & Tarantula sacan disco

Tarantism ve la luz en 1997 de la mano de Cockroach Records. El álbum está forjado a partir de cuatro temas antiguos, todos ellos pertenecientes a bandas sonoras de películas de Rodríguez, y seis nuevas composiciones. En total, diez cortes con personalidad propia pero que en conjunto levantan un edificio perfectamente cohesionado donde nada sobra ni nada falta. El trasfondo de Tarantism es el blues, pero en ningún momento sería justo meter este disco en el saco de un estilo musical que aquí parece actuar más como una mera excusa, como una línea argumental sobre la que se dibujan arrebatos de rock enérgico, de tex-mex, de punk e incluso de metal. Así, el resultado final es altamente variado y rico en matices. Tenebroso por momentos y enérgico o cautivador por otros.

Tito & Tarantula live

Al margen del carácter individual de cada una de las canciones, muchas de las composiciones del disco tienen una estructura ascendente que parte de una base que se desarrolla y gana en riqueza conforme avanza el cuentapasos para, finalmente, concluir en una cota de intensidad superior. Los cambios de ritmo son también frecuentes, por lo que casi ninguno de los temas puede jactarse de cumplir con la garantía de mantener durante toda su estructura el sonido del que hace gala al inicio. Tito & Tarantula, en definitiva, se muestran aquí como un artilugio perfectamente capacitado para crear atmósferas y llevar al oyente por distintos derroteros. Parte de la culpa de esto la tiene la voz de Tito Larriva, que resulta suave por naturaleza pero sabe agrietarse e intensificarse para tallar a voluntad todo tipo de matices y abrir caminos repletos de desniveles.

En el apartado musical, la banda acierta al introducir instrumentos poco convencionales en su estilo como son el violín y la mandolina, ambos tocados por Lyn Bertles. Su sonido aporta pequeños matices y variaciones sonoras que contribuyen a ganar en riqueza al conjunto y son determinantes en algunos cortes como Sweet circle o Smiling Karen. Pero si hay un músico que sobresale sobre el resto, este es el guitarrista Peter Atanasoff. Su estilo es depurado y limpio, pero sobre todo versátil, capaz de crear diferentes atmósferas para hacer que, en cuestión de segundos, algo que sonaba de una manera concreta termine por hacerlo de otra diametralmente opuesta. La guitarra, junto a la batería de Nick Vincent y el bajo de Jennifer Condos, son los principales aliados de los cambios de inflexión en la voz de Tito Larriva. Pero es la habilidad de Atanasoff la que hace que la música varíe desde el blues preciosista de Back to the house o After dark a los arrebatos punk e incluso heavy de Angry cockroaches o el tramo final de Smiling Karen.

¿Es Tarantism un disco redondo?

Llegados a este punto no voy a detenerme en desgranar cada una de las canciones. Tarantism comienza con la ya mencionada After dark y concluye con una especie de murder ballad llamada Killing just for fun. Entre medias hay ocho ejemplos más de cómo hacer buena música; con puntos álgidos como Strange face, Jupiter y su relato de degradación humana o cualquier otro título que se haya asomado entre los párrafos anteriores. Todas son buenas y eso hace de este un disco porcino, completamente aprovechable. Por ponerle un pero mencionaría Slippin’ & slidin’, un corte de rock que, sin ser para nada malo, suena tan clásico que desentona entre una masa de composiciones marcadas por un mayor grado de creatividad.

A día de hoy, Tito Larriva continúa al frente de unos Tito & Tarantula cuya alineación nada tiene que ver con la de su álbum de debut. La lista de ex miembros del grupo es apabullante y ya no se ha vuelto a dar un combo tan bien cohesionado como el de los primeros años. El espíritu original nunca se ha perdido, pero ninguno de los discos grabados a partir de 1997 ha llegado a estar a la altura de Tarantism, un trabajo que parece no envejecer y al que merece la pena volver con asiduidad. Yo al menos así lo hago. Y el resultado siempre es el mismo, que Salma Hayek no se me quita de la cabeza.

Foto en directo de Ralf.

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2 comentarios en «VAMPIROS, CUCARACHAS Y ROCK. TARANTISM, DE TITO & TARANTULA»

  1. Excelente nota!

    Ciertamente esa película, al igual que todas las de Robert Rodríguez, no sólo encierra un aire de misticismo, arte quich, una serie b llevada a lo cutre, pero, finalmente, unas verdaderas joyas del cine gringo que, dicho sea de paso, carece casi totalmente de talentos reales.

    Mi paisana Salma, como siempre, ha sabido colarse en los distintos platós y esta escena, al igual que la de “¿es mota verdad?, si tu fumas yo también puedo fumar”, de la película El callejón de los milagros, bien le valieron un puesto importante dentro de la industria.

    Pero definitivamente, la música es lo que le brinda la esencia o el alma a esta producción (muy bien aprendido del buen tío Quentin).

    Por aquellos ayeres, recuerdo haberme vuelto loco buscando un disco de Tito & Tarántula sin demasiado éxito, fue hasta el 2000 o 2001 que pude descargar el tema y otros más.

    En fin, disfruté mucho la nota, enhorabuena!!!

    • Gracias por tus comentarios, Antonio.
      Por estos rincones del mundo tampoco fue fácil encontrar este disco. Yo, al final, conseguí una copia en edición alemana; por ahí siempre han tenido muy buena acogida.

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