HAWKWIND: DOREMI FASOL LATIDO Y EL SPACE ROCK
Puede parecer mentira, soy consciente de ello, pero no son pocas las crónicas que hablan de energías cósmicas alojadas durante incalculables periodos de tiempo bajo las calles de Londres. De fuerzas inexplicables que una vez partieron desde más allá de los últimos confines y alcanzaron la Tierra, seguramente por azar, tras vagar sin rumbo fijo a través del espacio y el tiempo. Energías, en resumen, provenientes de otra realidad que permanecieron latentes bajo las calles de Notting Hill en espera del momento oportuno para abrirse paso hacia la superficie; de atravesar las rendijas de las alcantarillas para poder fundir su esencia, pues tuvieron la capacidad de hacerlo, con la de alguna criatura de este planeta: un músico callejero de nombre Dave Brock, por ejemplo. Un pobre incauto que, asumiendo su nueva naturaleza sideral, emprendió la tarea de reclutar para su causa a otros singulares seres entre sus iguales. Y esto, que puede parecer mentira, no solo lo digo yo sino que permanece tallado con inefables signos apenas comprensibles en el libreto interior de Doremi fasol latido, de Hawkwind.
Volvamos a la realidad. La génesis del space rock
A finales de la década de los sesenta del siglo XX, el idealismo del movimiento hippie hacía aguas en beneficio de otras formas de afrontar la realidad con una mayor carga de cinismo y desilusión. Sin embargo, buena parte de la mentalidad naif de los años anteriores todavía iba a perdurar bajo la piel de un legado fantasioso abordado por una nueva generación de músicos que, en su afán de crear algo puramente artístico y evasivo, teñirían sus composiciones con historias de ciencia ficción y cuentos de hadas. El rock psicodélico y progresivo fueron dos estilos representativos de esta nueva corriente.
Otro caso singular fue el del llamado space rock. Este género nace a partir del magma de los anteriores; de esas enrevesadas composiciones y de determinados discursos imaginativos y alucinados de la psicodelia. La música creada bajo este paraguas se presenta con un distintivo argumental propio de la ciencia ficción y una ambientación más evasiva en la que los sintetizadores interpretan un papel principal. La idea global es dibujar viajes espaciales mediante una sonoridad envolvente, cargada de sensaciones estupefacientes y textos que miran hacia más allá de las estrellas. Pink Floyd, con composiciones como Astronomy domine o Set the controls for the heart of the sun, tiene mucho que ver en la génesis de este estilo.
Sin embargo, y por ir concretando, fue Hawkwind el grupo que mejor representó el space rock durante sus primeros años. Los de Dave Brock supieron aportar un conjunto bien cohesionado donde la música se volvía realmente evocadora gracias al uso de hasta dos sintetizadores y unas composiciones que plasmaban realmente la esencia de lo espacial. Sus directos, además, eran auténticos espectáculos teatrales repletos de rayos láser, maquillaje, efectos de sonido y hasta una inquietante bailarina de nombre Stacia. Dejando de lado lo puramente musical o escenográfico, el grupo también solía colaborar para sus letras con un copioso escritor de ciencia ficción llamado Michael Moorcock.
Hawkwind y su Doremi fasol latido
Fue en 1972 cuando se presenta el tercer disco de Hawkwind, Doremi fasol latido. Copiando las palabras del grupo, se trata de un trabajo constituido desde una “colección de cánticos rituales espaciales, himnos de batalla y canciones estelares de alabanza utilizadas por el clan familiar de Hawkwind en su viaje épico a la legendaria tierra de Thorasin”. Este destino de fantasía parece ser un planeta situado un par de curvas más allá de los mares astrales, un lugar donde ningún ser humano ha sido jamás capaz de llegar y donde los protagonistas de esta epopeya galáctica parecen buscar ayuda para combatir a no sé qué fuerzas del mal. Y A mí no me preguntéis más sobre esto; nunca he estado ahí.
El caso, y regresando de nuevo a la Tierra, es que para crear el corpus artístico del disco se recurrió al concepto pitagórico de la armonía de las esferas. Error arriba o imprecisión abajo, esta teoría dicta que el universo se encuentra regido por una serie de proporciones numéricas y musicales que, en conjunto, dictan los movimientos de los cuerpos celestes. Así, y por alguna razón, cada nota musical tiene su equivalencia con un color del arcoíris y un planeta, estrella o satélite. Si hacemos caso a todo esto, la cosa quedaría así: do (Marte y rojo), re (Sol y naranja), mi (Mercurio y amarillo), fa (Saturno y verde), sol (Júpiter y azul), la (Venus e índigo), si (Luna y violeta). Para obtener la fotografía completa solo queda tener en cuenta que en inglés la nota si se sustituyó por ti, y ya tenemos la razón del nombre: Doremi fasol latido. ¿Te parece un tanto intenso? A mí también. Prosigamos.
Para materializar todo esto en el plano de lo gráfico se contó con el ilustrador Barney Bubbles, que creó una portada en la que una especie de escudo se antepone a un fondo monocromático salpicado por un reguero de estrellitas. El libreto interior y la contraportada contenían dibujos de guerreros siderales, esqueletos poco amistosos y otras fantasías de ciencia ficción.
Una nueva formación. Nombres que ahora conoces
Con Doremi fasol latido, Hawkwind logró el que tal vez sea su disco más representativo e importante. No solo por las composiciones que contiene, también por un cambio de formación que permitió variar el sonido de la banda hacia modelos un tanto más contundentes. Tras presentar X in search of space en 1971, el grupo perdió a su base rítmica y se vio obligado a buscar en el baúl de los repuestos. Así, Simon King se sienta tras la batería y aporta al conjunto un toque más roquero, más contundente y menos jazz. Por su parte, el teclista Dik Mik recomendó a un amigo con el que solía compartir música y amenas experiencias alucinógenas; su nombre, Lemmy Kilmister.
Lemmy no tenía ni idea de tocar el bajo, pero era un guitarrista solvente y no le preocupó probar con las cuatro cuerdas siempre y cuando no tuviese que verse obligado a tocar ese instrumento de la manera en la que se supone que debía ser tocado. Y el estilo del más reciente miembro de la banda gustó; sonaba diferente, machacón, y junto a la nueva batería aportaba una base mucho más sólida. No hace falta prestar demasiada atención al disco para comprobar que el bajo es omnipresente durante todo el minutaje y en ocasiones llega a ocupar un lugar incluso de mayor importancia que los propios sintetizadores. Así, con Doremi fasol latido Hawkwid evoluciona en su propio sonido hacia parajes más cercanos al primer metal o al rock duro, aunque sin perder esa esencia fantasiosa, progresiva y espacial de sus dos anteriores trabajos.
¿A qué suena Doremi fasol latido?
La primera edición del disco cuenta con siete canciones que abrazan diferentes estructuras. La mayor parte son extensas e incluyen secciones oníricas que cumplen con ese cometido de llevarnos más allá de la exosfera. Hay cortes puramente roqueros como Brainstorm o Lord of light y otros más acústicos e intimistas como Down through the night. Destacan la larga improvisación desafinada, distorsionada y con ostinato que es Time we left this world today, uno de los puntos clave del conjunto, así como Space is Deep, que comienza sonando a folk para derivar en uno de los mejores pasajes instrumentales del disco. Todo esto se cerraba con The watcher, una pieza lenta que fue la primera composición de Lemmy Kilmister y que este incluyó, reconvertida a puro rock & roll, en el álbum de debut de Motörhead.
Un cuarto de siglo después, en 1996, se presentó una nueva edición de Doremi fasol latido donde los Hawkwind del momento incluyeron cuatro canciones adicionales, tres de ellas con un estilo muy roquero y una versión single de Lord of light. Las tres nuevas composiciones funcionaron a la perfección y se volvieron fijas en los repertorios en directo de la banda. Además, una de ellas, Urban guerrilla, explotaba la temática social desde el punto de vista de una especie de justiciero anarquista que afirma “soy un guerrillero urbano, hago bombas en mi sótano, soy un ciudadano abandonado, soy un asesino en potencia”. Esta canción fue presentada inicialmente en 1973, pero una serie de atentados perpetrados por el IRA condujeron a su inmediata censura por la BBC y su consiguiente oscurecimiento. Poco espacio sideral había aquí.
Tras Doremi fasol latido, Hawkwind no cesó en su labor de continuar editando discos. A día de hoy, su catálogo asciende hasta casi cuarenta entregas oficiales solo en álbumes de estudio. La formación de 1972, sin embargo, aguantó lo que pudo. Lemmy no tardó en ser expulsado de la manera más tajante posible y Nik Turner abandonó el barco en 1977. Después pasaron toda clase de músicos por sus filas, algunos de especial renombre como Ginger Baker. Y a fecha de 2024, los padres del space rock no parecen cansarse.
Yo también comenté este álbum en su momento. Como dices, el space rock contribuyó al uso de los sintetizadores. Gracias a que echaron a Lemmy, pudimos disfrutar de él en Motorhead. Saludos
Lo cierto es que nunca he sido muy fan de Motörhead (raro que es uno), pero es verdad que si no lo hubiesen expulsado de Hawkwind probablemente se hubiese perdido uno de los grupos más icónicos del rock.