LEVELLERS. ACTITUD, COMPROMISO Y FIESTA
Como sucede en tantas ocasiones, esta historia comienza en un bar. Uno de esos que atraen al segmento más bohemio del lugar, Brighton en este caso. Estamos en 1988 y unos jóvenes Mark Chadwick y Jeremy Cunningham ocupan gran parte de su tiempo libre entre la barra y las mesas de The Eagle. Tras cruzar varias conversaciones descubren que ambos tienen inquietudes en común. A los dos les agrada mirar el culo a los vasos de pinta desde dentro, pero también comparten gustos musicales e intereses políticos. Mark acaba de bajarse de una banda y Jeremy estaba pensando en vender su bajo tras caer en un estado de desilusión hacia el panorama musical de aquel entonces. Así, como buenos compañeros de pesares, determinan dar una nueva oportunidad a los tablados y montar algo juntos. Algo que suene ligeramente diferente. Y tras un proceso de reclutamiento que incluye a compañeros de antiguas formaciones, hermanos de novias y otros conocidos, Levellers llegan al mundo entre nubes de humo y charcos de densa cerveza inglesa.
Sobre los orígenes del nombre
El nombre de la nueva banda refleja a la perfección la ideología de sus componentes. La inspiración fluye directamente de los Niveladores, Levellers en lengua nativa, una corriente política que surgió en la Inglaterra del siglo XVII y que puede enmarcarse en las luchas políticas entre facciones absolutistas y parlamentarias. A nivel histórico, se trata de una de las primeras y más relevantes manifestaciones liberales frente a la tradición de los monarcas absolutos. Su doctrina, así a pincelada gruesa, estaba basada en la noción de que el individuo nace libre y, como tal, debería tener garantizados una serie de derechos naturales. De esta manera, se abogaba por conceptos tan rompedores como la libertad religiosa o la igualdad de todos frente a la ley. Esta manera de ver las cosas resultaba poderosamente radical para su época y, todavía hoy en día, los Niveladores están considerados como uno de los principales puntos de partida para buena parte de los movimientos de corte democrático o revolucionario que vendrían después.
Existe, no obstante, otra lectura que dice que el nombre de Levellers viene de The Level, un parque ubicado en el área de Brighton donde residían varios de los componentes de la banda.
El sonido de Levellers
Este siempre ha sido un grupo interesante. Una formación que nunca ha llegado a beber de la teta del éxito masivo pero que sí conoce bien lo que es ser considerada como de culto por una amplia y estable legión de fieles seguidores. Parte de la clave de su fama reside en el carácter de su música, que ha sabido hallar la fórmula intermedia donde el rock, el punk y el folk se acuestan juntos sin que una etiqueta prevalezca necesariamente sobre la otra. Porque Levellers nacen a la sombra de otras formaciones británicas como The Pogues, The Mekons o los Waterboys más folkies, pero su sonido resulta más contundente, más contemporáneo y, al menos en mi opinión, más rico en matices y diversidad de estilos.
Pese a que los arreglos tradicionales son sumamente importantes en la base de su esencia, ellos siempre rehusaron la adhesión al sello de banda folk. Aun así, ya en sus comienzos apostaron por diferenciarse de la competencia mediante la introducción de instrumentos como el buzuki, la viola de arco, el violín, la flauta, el banjo, la mandolina o incluso el didgeridoo. Muchas de sus canciones, esto es innegable, suenan costumbristas. Pero otras resultan potentemente roqueras, tanto en la vertiente más clásica del género como en acepciones alternativas, más propias de la experimentación y la apertura de miras de la década de los noventa del siglo XX. Esta variedad tiene su lógico reflejo en los discos de la banda, que ofrecen diferentes miradas donde el rock y el folk se desplazan mutuamente aunque sin dejar nunca de coexistir en armonía.
Actitud, compromiso y fiesta
Pero si la lectura estrictamente musical es importante para comprender la esencia de Levellers, su actitud y sus ideas no son menos trascendentales al mismo efecto. La banda se muestra vitalista y alegre, pero siempre desde un punto de vista politizado, militante y contestatario. Desde sus comienzos hicieron bandera de una forma de ver las cosas marcada por una posición netamente anarquista que no se ha mitigado con los años. El pueblo, las relaciones de clase y la noción de colectivo frente a las injusticias sociales siempre han estado presentes en sus letras, aunque bien mezcladas con bailes tradicionales, reuniones de pub y demás aquelarres. Se trata, en resumen, de un grupo donde lo alegre, lo reflexivo y lo reivindicativo conviven pacíficamente como insólitos compañeros de piso.
Levellers tuvieron su momento de mayor popularidad alrededor de la primera mitad de los años noventa, pero lo cierto es que nunca obtuvieron el apoyo masivo de la crítica ni de los medios de comunicación mayoritarios. Probablemente se les trataba con escasa seriedad debido a esa actitud hippie o bohemia que favorecía caer en tópicos sobre las rastas, las ideologías panfletarias, la querencia por los pubs, los viajes en caravana y lo perroflauta. Aun así, su segundo disco, Levelling the land, alcanzó el puesto catorce en las listas inglesas y les granjeó la posibilidad de acometer giras europeas durante los siguientes años, así como de asegurar su puesto en varios de los principales festivales del momento.
Y hablando de festivales, en 2003, Levellers fundan Beautiful Days, un macro evento que se celebra cada agosto en Escot Park, en el condado de Devon, al sur de Inglaterra. Este surge de la necesidad de recuperar el espíritu más purista de este tipo de convocatorias populares y, como tal, no cuenta con ningún tipo de patrocinador. En palabras de Mark Chadwick, los principales motivos para dar este paso fueron que “muchos festivales son una mierda. Carecen por completo de cualquier elemento de intercambio cultural. Estamos tratando de recuperar ese punto, que debería ser el principal motivo para organizar cualquier festival. Tan pronto como la mano corporativa se inmiscuye en ellos, aunque sea un poquito, todo se jode”.
A lo largo de sus veinte años de vida, Beautiful Days ha contado con gente como The Stranglers, Killing Joke, Echo & The Bunnymen, The Pogues, Hawkwind, The Wailers, Primal Scream, Dropkick Murphys, The Hives, Manic Street Preachers, Calexico, Therapy?, Suzanne Vega, Flogging Molly, Travis o Suede, entre muchos otros. Por supuesto, el evento puede presumir de una actuación de Levellers en cada una de sus convocatorias; para algo ponen la casa.
Levellers. Una sólida carrera discográfica
En cuanto a su producción discográfica, esta es tan variada como prolífica. Los sucesivos álbumes en estudio que han ido viendo la luz a lo largo de su carrera se han sabido intercalar con otros lanzamientos como discos en directo, recopilaciones de grandes éxitos, colecciones de singles, discos de corta duración o revisiones de temas propios en formato acústico. Si nos centramos en la parte más interesante de su legado, los discos en estudio con temas originales, no sería descabellado afirmar que su etapa más estable y fecunda es la de los primeros años, entre 1990 y 1997. Aquí se concentran sin duda sus mejores trabajos, además de un gran recopilatorio en directo llamado Headlights, white lines, black tar rivers. En este lapso de tiempo se grabaron todos clásicos de la banda, desde aquel temprano One way que les haría sonar fuera de las fronteras del Reino Unido hasta otros imprescindibles de su discografía como 15 years, Liberty, Hope street, Carry me, Beautiful day, Sell out, England my home o Exodus, por mencionar algunos.
Posteriormente, sobrepasados los muros del nuevo siglo, Levellers afrontarían etapas de mayor o menor sequía creativa, pero sin dejar nunca de sonar como ellos mismos. Letters from the underground y Static on the airwaves son algunos buenos ejemplos de que el paso de los años no ha hecho mella ni en su estilo ni en su espíritu.
Porque, ante todo, Levellers han sido siempre un colectivo fuertemente cohesionado. Una banda sin apenas cambios en su formación y con el carisma suficiente para saber tirar del carro con actitud, firmeza y coherencia. Pese al paso de las décadas, frente al vaivén de las modas.
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