EL PMRC Y LOS PELIGROS DEL ROCK

EL PMRC Y LOS PELIGROS DEL ROCK

Estamos a finales de 1984. Mary Elizabeth y su hija disfrutan juntas de un agradable día de compras en Washington. La niña tiene once años y una serie de caprichos que solo pueden ser satisfechos con el dinero de sus padres. Nada raro para su edad, por otra parte. Hoy, a Kareena se le ha antojado un disco de Prince que últimamente suena con insistencia en las radios del país y Tipper, que es como conocen a Mary Elizabeth desde su más tierna infancia, se encuentra con el ánimo dispuesto a favorecer los designios de su progenie. Una vez en casa, ambas se arreglan para una agradable velada de música en familia y hacen sonar Purple rain en el tocadiscos. Todo va de perlas hasta que comienza la quinta canción y el aire del salón se atiborra con una voz que canta algo como “conocí a una chica que se llama Nikki, podrías decir que era una amiga con derecho a roce, la conocí en el vestíbulo de un hotel, mientras se masturbaba con una revista”.  La vulgaridad de la letra deja a ambas estupefactas, en estado de conmoción y al borde del colapso. Pero Tipper no tarda en mutar hacia la rabia; si su dulce hijita ha tenido tan fácil acceso a semejante indecencia, miles de jóvenes norteamericanos podrían estar sufriendo algo similar en ese preciso instante. Hay que hacer algo.

Tipper se remanga y contacta con su círculo más íntimo. Tras exponer la situación, la mayoría confiesa que también se ha visto expuesta a los peligros de la música contemporánea; ya sea por las lascivas letras de Madonna o por el olor a azufre y cabra sacrificada que emana de muchos discos de rock y heavy metal. Llegados a este punto conviene desvelar que el apellido de casada de Tipper es Gore. Por su marido, Al Gore, senador de los Estados Unidos de América y, aunque eso él todavía no lo sabe, futuro vicepresidente del mismo país. Entre las amistades de Tipper se encuentran nombres como Susan Baker, Nancy Thurmond, Sally Nevius o Pam Howar. Todas ellas casadas con senadores u hombres de notable influencia en el círculo de la alta política nacional. A partir de este momento, formarán una camarilla de acción moral que será conocida popularmente como Las Esposas de Washington.

Tipper Gore

Tranquilos, padres de América, llega el PMRC

Es así como en 1985 nace el PMRC, o Centro de Recursos Musicales Para Padres, un comité dedicado en cuerpo y alma a detectar, señalar y tratar de eliminar de la música popular todo rastro de contenido que atentase contra las buenas costumbres y la moralidad. La música rock y sus derivados eran consideradas como un fértil terreno en el que florecían sin control toda clase de apologías a la violencia, las drogas, el satanismo, el suicidio o el sexo más depravado. Así, Tipper Gore y las suyas se autoproclamaron garantes de la rectitud y asumieron un papel adoctrinador que pretendía sustituir la labor educativa de millones de padres y madres estadounidenses.

El PMRC determinó rápidamente cuáles serían sus objetivos y sus líneas básicas de actuación. Valiéndose sin duda de su influencia política, se establecieron una serie de medidas protocensoras que pasaban por acciones como aplicar un código de clasificación por letras para señalar los discos que contuviesen alusiones al sexo (X), la violencia (V), el ocultismo (O), las drogas (D) o el alcohol (A). Además, se pretendía que estos álbumes llevasen incorporado un distintivo que advirtiese a los padres sobre su contenido explícito. Si la portada, además, contenía imágenes sensibles u ofensivas, esos discos debían ser relegados a los estantes inferiores de los comercios o, en su defecto, ocultados tras el mostrador o cubiertos con algún oscuro velo. Por supuesto, todo esto iría acompañado por movimientos de presión hacia emisoras de radio y canales de televisión con el fin de evitar que determinadas canciones sonasen en las ondas o se emitiesen en programas de vídeos musicales. En el caso de que estas medidas no diesen resultado, el paso final era lograr que las discográficas rescindiesen el contrato de los músicos señalados por el comité.

Las Quince Asquerosas

Una de las primeras acciones del PMRC fue la elaboración de Las Quince Asquerosas, un listado de canciones reprobables que ejemplificaban los objetivos de Las Esposas de Washington. La relación completa de tonadillas era Eat me alive, de Judas Priest; Bastard, de Mötley Crüe; Darling Nikki, de Prince; Sugar walls, de Sheena Easton; (Animal) Fuck like a beast, de W.A.S.P.; Into the coven, de Mercyful Fate; Strap on Robby Baby, de Vanity; High ‘n’ dry, de Def Leppard; We’re not gonna take it, de Twisted Sister; Dress you up, de Madonna; She bop, de Cyndi Lauper; Let me put my love into you, de AC/DC; Trashed, de Black Sabbath; My house, de Mary Jane Girls y Possessed, de Venom. Todas ellas, por supuesto, venían adornadas con su correspondiente letra acusatoria para facilitar a los padres la labor de identificar los males que ocultaban.

PMRC Las quince asquerosas

El PMRC al Senado

La notoriedad del PMRC fue rápida y pronto se atisbaron las primeras consecuencias. Algunas grandes cadenas comerciales de la talla de Walmart o Sears dejaron de ofrecer determinados discos y revistas musicales. Bajo la amenazante sombra del descenso de ventas, cerca de veinte compañías discográficas aceptaron incluir etiquetas de advertencia en sus publicaciones. En general, el mundillo de la música reaccionó con estupefacción y no fueron pocas las voces críticas que se elevaron frente al comité. Tipper Gore y el resto de integrantes vivían su particular momento de fama y, aprovechando la coyuntura, organizaron una gira de promoción por todo el país. Sin embargo, el culmen de toda esta orgía de moralidad mojigata llegó en septiembre de 1985, cuando el PMRC convocó una audiencia pública ante el Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado de los Estados Unidos.

El día de la audiencia, 19 de septiembre, varios grupos de jóvenes cristianos conservadores quedaron estacionados a las puertas del Senado con pancartas que portaban proclamas como “La música rock destruye a los niños”, “Soy una víctima de rock” o “La música rock casi arruina mi vida”. Toda una estampa predictiva de lo que iba a desarrollarse en el interior de un edificio por el que pasaron a testificar diversos senadores, profesores, psicólogos y toda clase de afectados por la música y sus males inherentes. Ahí se mostraron portadas peligrosísimas, se habló sobre letras que describían actos violentos o sexuales, se advirtió sobre mensajes que podían conducir a los niños hacia el asesinato o el suicidio, se señaló el nulo valor cultural del rock y se determinó que el odio era el motor común de una buena colección de compositores. Podría decirse que un muy elevado porcentaje de los testigos estaban confeccionados por el mismo sastre. Sin embargo, unos pocos músicos acudieron para dar la réplica al PMRC. Principalmente tres: John Denver, Frank Zappa y Dee Snider.

PMRC Zappa y Snider

El rock se defiende. Dee Snider habla

Los primeros en testificar fueron Denver y Zappa. Como dato curioso, el propio Al Gore se declaró seguidor de ambos antes de comenzar los interrogatorios. Frank Zappa afirmó que las acciones del PMRC le parecían “una tontería mal concebida que no logra ningún beneficio real para los niños, infringe las libertades civiles de quienes no son niños y promete mantener ocupados a los tribunales durante años”. Por su parte, John Denver habló sobre los censores que a menudo malinterpretan la música y defendió la teoría de que lo que se prohíbe termina por convertirse en lo más deseado.

Pero el momento del día fue para Dee Snider, el único de los tres que tenía el honor de contar con una canción entre Las Quince Asquerosas. Nada más tomar asiento, el músico se presentó con las siguientes palabras: “tengo treinta años, estoy casado y tengo un hijo de tres años. Nací y crecí como cristiano y aún me adhiero a esos principios. Créanlo o no, no fumo, no bebo y no tomo drogas”. Es posible que estas palabras descolocasen a más de uno. Especialmente tras ver que Dee Snider comparecía frente a la institución senatorial vestido de sí mismo y que antes de comenzar a hablar sacaba del bolsillo trasero de su pantalón vaquero un papel doblado donde llevaba escrito su discurso. Él mismo llegó a afirmar que todo esto pudo jugar a su favor ya que, nada más verle, muchos de los ahí presentes dudaron inmediatamente de su capacidad para construir dos frases seguidas.

PMRC Dee Snider

Tras su alegato, Snider debatió frente a los Gore y otros participantes como el senador Jay Rockefeller. Hubo varios momentos reseñables como la defensa de la canción Under the blade, sobre la que el comité afirmaba que contenía alusiones al sadomasoquismo y la violación. El autor reveló que realmente trataba sobre el temor que produce enfrentarse a una operación quirúrgica y sentenció que todo el sadomasoquismo y el bondage estaban en la mente de Tipper Gore, que se había empecinado en buscarlas y, claro, las había encontrado de la misma manera que hubiese podido hallar casi cualquier otra referencia. Poco después, cuando Al Gore se disponía a comenzar su interrogatorio, Dee Snider le preguntó si a él no iba a decirle que era fan de su música. Pero no, al senador no le gustaba Twisted Sister.

En general, la intervención de Snider demostró que los postulados del PMRC no eran irrefutables ni, mucho menos, universales. Gran parte de su defensa se centró en su propio papel como padre, como educador preocupado por lo que su hijo podía consumir libremente y en su responsabilidad a la hora de filtrar los estímulos a los que su retoño podría verse expuesto. Según él, la competencia que pretendía asumir el PMRC era exclusiva de los progenitores, que debían interesarse por lo que se veía, leía y escuchaba en el seno de sus hogares. La actividad del comité, en definitiva, no podía inmiscuirse en la labor educadora de todas y cada una de las familias del país. Ser padre es algo muy duro, afirmaba Snider, algo que requiere mucho trabajo, mucho tiempo y mucho esfuerzo. “Los padres pueden estar agradecidos por que se les recuerde que no hay sustitutos en la educación de sus hijos. Pero ahí es donde el trabajo del PMRC debe terminar”.

Explicit Content, quedas avisado

Finalmente, la audiencia no resultó todo lo exitosa que el PMRC había imaginado. La gran mayoría de medidas propuestas fueron desestimadas y solo una de ellas fructificó. En noviembre de 1985 la RIAA (Recording Industry Association of America) accedió a incluir un distintivo de advertencia en todos aquellos discos que contuviesen material sensible. Este es el nacimiento del famoso sello “Paternal advisory. Explicit lyrics”. Esta etiqueta no se estandarizó hasta 1990, aunque a partir de entonces sufrió varios rediseños hasta que en 1994 se logró su apariencia definitiva bajo el texto “Paternal advisory. Explicit content”.

Las labores del PMRC continuaron activas hasta mediados de la década de los noventa. Sin embargo, desde la audiencia de 1985 su relevancia fue haciéndose cada vez más cristalina e invisible, aunque siempre molesta para gran parte de la industria musical estadounidense. Como bien predijo John Denver, la labor censora del comité obtuvo en muchos casos un efecto contrario al esperado pues, sin un corpus legal que los respaldase, los estigmas sellados sobre la piel de determinados discos no lograron más que hacerlos parecer más atractivos a los ojos de quienes debían defenderse de su contenido.

PMRC Senado

Reacciones al PMRC

Durante sus años de actividad, el PMRC encontró una muy lógica oposición a su labor. En 1987, la historiadora Mary Morello se hizo con el papel de némesis de Tipper Gore al fundar el grupo anti censura y pro libertad de expresión Padres a Favor del Rock y el Rap. Mary, por cierto, no es otra que la madre de Tom Morello, quien protagonizó otro momento de relevancia protestante cuando él y los otros tres componentes de Rage Against the Machine permanecieron desnudos y en silencio durante catorce minutos sobre el escenario del festival de Lollapalooza en 1993; desnudos, con la boca sellada con cinta aislante y cada uno de ellos con una enorme letra pintada sobre su pecho para, en conjunto, formar las siglas PMRC.

RATM Lollapalooza

Algunas copias de Master of puppets, de Metallica, incluyeron un sello paródico en forma de señal de stop en el que podía leerse “La única canción que probablemente no querrás reproducir es Damage.inc por la gran cantidad de veces que se utiliza la infame palabra “F”. Por otra parte, no hay shits, fucks, pisses, cunts, motherfuckers o cocksuckers en este disco”.

Estos ejemplos, por supuesto, no son los únicos y desde 1985 muchos grupos y solistas han grabado referencias más o menos directas hacia Tipper Gore en particular o hacia el PMRC en su conjunto. Desde Judas Priest, Danzig o NOFX hasta Aerosmith, Megadeth, Sonic Youth, Ramones o Eminem, por mencionar solo a unos pocos.

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4 comentarios en «EL PMRC Y LOS PELIGROS DEL ROCK»

  1. Todo esto de las señoras yendo a reclamar al mismísimo senado gringo me hizo recordar un episodio relativamente reciente en mi país, y es que un grupo de diputados presentó un proyecto de ley para prohibir en los colegios música que haga alusión al consumo de drogas o porte de armas con la finalidad de “evitar” la influencia de este tipo de música en los jóvenes. El problema es que la historia ha comprobado que este tipo de medidas no funcionan, mucho menos en la actualidad, donde nuestra generación tuene muchísimo más acceso a todo tipo de contenido gracias al internet. Además, la educación parte por casa.

    La ventaja que le veo a esto de la etiqueta del “parental advisory” es que al menos serviría como una etiqueta guía para los padres que se preocupen de filtrar los estímulos a los que puedan estar sometidos sus hijos. Aunque en la realidad práctica está complicado, porque no todos conocen el alcance de la etiqueta y porque al día de hoy, parece más un adorno.

    En fin. De por sí es un tema complejo, pero es interesante de abordar. Gracias por esta entrada tan informativa. Saludos!

    • Yo recuerdo que hace ya años, allá por el pleistoceno medio, algunos pocos discos tenían esta etiqueta pegada en la portada. Aquí en España no tenía mucho sentido, así que supongo que sería más por cuestiones de marketing que por otra cosa. Yo, en todo caso, no sabía qué significaba, pero si que tenía claro que un álbum con esa pegatina era más atractivo. Algo así como el “para mayores de 18 años” de las películas.

      La historia en general es bastante absurda, aunque significativa sobre el modo de pensar de determinados sectores de la población. Independientemente de la época o del rincón del mundo.

      ¿Gracias por el comentario!

    • Pues sí, Federico. Llámala así o con cualquier eufemismo que se te ocurra, pero la censura sigue siendo censura.

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