GG ALLIN: LA MUGRE Y LA FURIA

GG ALLIN: LA MUGRE Y LA FURIA

El 29 de agosto de 1956, Jesucristo nacía en New Hampshire. Concretamente en un pequeño pueblecito con menos de cuatro mil habitantes llamado Lancaster y ubicado en el suroeste del condado de Coös. Por supuesto, no nos referimos al Jesucristo que todos reconocemos a simple vista sino a Jesus Christ Allin, una criatura fruto del fanatismo a la que la vida guio por la senda de la provocación, la mugre y la violencia hasta hacer de ella la más perfecta encarnación de la controversia. Un oscuro, pringoso y espeso tótem de la cultura punk conocido como GG Allin.

Revelaciones, caravanas, maltratos y huidas

Esta es una historia que comienza con un milagro, porque cuando el hijo de Dios se apareció ante Colby Allin lo hizo para comunicarle que su vástago recién nacido estaría llamado a convertirse en un ser todopoderoso, un mesías que seguiría los pasos de los más grandes hombres de la Biblia. Con esta premisa por bandera, al matrimonio Allin-Gunther no le quedó más remedio que llamar a su hijo Jesus Christ. Por si a alguien se le ha pasado por alto el detalle, Colby podría describirse como alguien afectado por un más que evidente caso de fanatismo religioso. Su modo de vida conjugaba hábilmente fervor católico con opresión, violencia y demás humillaciones hacia su mujer, Arleta, y sus dos hijos. La familia se hospedaba en una modesta cabaña de madera desprovista de agua y electricidad donde la conversación estaba estrictamente prohibida durante la noche. Los golpes, las amenazas y los chantajes emocionales eran frecuentes mientras Colby rezaba y se dejaba arrastrar a curiosas aficiones como cavar tumbas para su parentela, todavía viva. Años más tarde, el propio protagonista de esta historia relataría que sus días pasaban “en la oscuridad, mi padre odiaba la luz y tampoco le gustaba demasiado la compañía de otras personas. El aire que nos rodeaba estaba asfixiado por tensiones espeluznantes; lleno de violencia, desesperación y destrucción sin fin”.

GG Allin, portada

Tras varios intentos fallidos, Arleta carga con los dos chiquillos y abandona a su marido. Es el año 1961 y los tres se dirigen a Vermont. Por aquel entonces, Jesus Christ ya era conocido como GG. Este era un apelativo cariñoso debido a que a su hermano Merle se le hacía bola pronunciar la palabra Jesus y en su lugar decía algo parecido a “Jeje”. Bueno, el caso es que Arleta y las criaturas se asientan en su recién estrenado hogar dispuestos a comenzar una nueva vida sin tener demasiado en cuenta que hay costuras que no se cierran con un simple parche, que cuando el daño es tan profundo siempre quedan marcas y hábitos heredados. Arleta se embarca en nuevas relaciones sentimentales que siempre repiten patrones de dominación y violencia, tanto hacia ella como hacia sus hijos. Estos, por su parte, tienen que lidiar con el hecho de no conocer otra cotidianeidad que aquella marcada por la disfuncionalidad más brutal. Mala premisa para un futuro feliz.

GG Allin encuentra su sitio

En 1962, Arleta cambia legalmente el nombre de su hijo menor a Kevin Michael Allin. La idea es que de esta manera las burlas hacia su retoño se redujesen en la medida de lo posible. Sin embargo, GG (ya no le llamaremos más Kevin Michael, ni mucho menos Jesus Christ) resultó ser un pésimo estudiante que hacía gala de un carácter fuertemente antisocial y errático mientras atesoraba costumbres como asistir a clase vestido de mujer en homenaje, según decía él mismo, a The New York Dolls. Mientras tanto llegarían las drogas, los robos, los allanamientos de vivienda en busca de dinero y esa habilidad tan suya de eludir constantemente cualquier disciplina de higiene corporal. Por supuesto, era frecuentemente acosado en el instituto.

GG Allin joven

Y GG Allin comenzó su carrera musical. Sus primeros pasos los dio como batería en grupos como Little Sister’s Date, Malpractice o Stripsearch. Durante este periodo descubrió dos cosas. La primera fue que prefería cantar; la segunda, que si en pleno concierto decides comportarte como un animal y destrozar el escenario, la gente te hace caso. En 1977 se une al grupo The Jabbers y junto a ellos comienza su ocupación como cantante. También le es revelado que al quedar libre del asiento de la percusión, puede ejercer libremente el papel de frontman y dar rienda suelta a sus instintos más salvajes (unos instintos que, como iremos viendo, todavía podían resultar mucho más primitivos). The Jabbers será para GG Allin como un campo de pruebas, un lugar desde el que ir puliendo poco a poco el carácter que lo definiría en los años venideros. Sobre su música, The Boston Rock llegó a afirmar que esta no tenía “ni una gota de intelecto, talento o innovación. Las letras son estúpidas y ofensivas. Lo recomendamos”.

Comienzan los años salvajes

La etapa en The Jabbers destapó sin tapujos todas las tendencias autodestructivas y anárquicas de GG Allin. Su comportamiento era cada vez más imprevisible, violento y errático. Las broncas resultaban tan frecuentes como sus estancias en prisión y llegó un momento en que la banda tocó fondo y decidió disolverse. Llegaron los ochenta y varios grupos pudieron gozar del placer de tenerlo entre sus filas: The Cedar Street Sluts, The Texas Nazis, The Scumfucs; todas ellas formaciones cortadas por el mismo patrón y en las que GG Allin moldeaba paso a paso los rasgos más distintivos y peligrosos de su carácter.

A mediados de la década encontramos a un GG Allin en pleno apogeo. La adicción abarcaba cualquier tipo de sustancia que se ajustase a la definición de droga y sus aspiraciones vitales habían dejado de contar en todo caso con la palabra higiene. En directo se daba rienda suelta a insultos, nudismo, automutilaciones o agresiones al público, tanto físicas como sexuales. Además de su afición por el punk y el rock primitivo, durante estos años llevó a cabo algunas grabaciones habladas y otras acústicas. La razón de estas últimas se entiende por una ferviente admiración por Hank Williams, con el que se comparaba a nivel espiritual e ideológico. El propósito final de GG Allin no era otro que sacudir los cimientos de la industria musical para lograr arrancar el rock and roll de las garras del tejido empresarial. El problema tal vez fuese el modo de encauzar esta noble cruzada.

GG Allin ensangrentado

Un nuevo ingrediente para un espectáculo completo

En 1985, GG Allin se dirige a Peoria, Illinois. El motivo del viaje es una actuación en la que va a participar junto a su colega Bloody Mess. A mitad de camino, se le ocurre que sería muy buena idea comprar una caja de laxantes y utilizarla como un elemento más durante el concierto. Como la mesura hacía ya tiempo que no entraba en sus planes, decide tomársela toda de golpe y pasar el resto del día enroscando las piernas y sujetando cada músculo de su ser en un enconado esfuerzo por retener en su interior todo un torrente de furia parduzca que pugnaba por hallar la salida. Lo que sucedió a continuación, ya es leyenda.

Por fin llega su turno. Sube al escenario. Sucio y vestido solo con una bata y un calzoncillo. Agarra el micrófono y tras unas escasas palabras sus intestinos rugen con furia mientras la ropa interior desciende y todo un géiser de mierda inmisericorde brota a borbotones hacia todos los rincones del local; hacia el escenario, el techo y las paredes, pero también hacia el escaso público que se arremolinaba en las primeras filas y hacia todo bicho viviente que ahí se hallase. El producto fecal lo impregna todo mientras los asistentes huyen despavoridos en un mar de gritos y nauseas. Una vez recobrado el sentido de la realidad, el personal de la sala trata de reducir a GG Allin, pero este opta por lanzarse al suelo y rebozar su cuerpo con el producto de su propia descomposición para evitar así que nadie optase por ponerle una mano encima. Ante el pasmo de los atacantes, el músico y su camarilla encuentran la ocasión perfecta para escapar indemnes de esa pesadilla con sabor a cloaca.

GG Allin en directo

Gg Allin. Ha nacido una estrella

A partir de este momento, la fama de GG Allin rebosa como una alcantarilla en medio de un diluvio. Porque a veces es así como se crean los mitos, mediante actos tan prosaicos como el cagar. Las actuaciones del músico pasan a ser auténticas performances en las que todo puede suceder. GG se corta y golpea su cabeza con el micrófono hasta que la sangre baña su cuerpo, eleva soflamas incendiarias e insulta a diferentes colectivos, defeca y añade el resultado a la capa de mugre que cubre su piel; lo que sobra, lo arroja contra el público o regresa a su estómago por vía oral. A veces, más bien siempre, salta del escenario y se lía a golpes con los asistentes. En otras ocasiones improvisa e innova devorando un tampón usado o introduciéndose un plátano por el recto. Los conciertos, por otra parte, suelen terminan mucho antes de lo previsto ya que el vandalismo se extiende habitualmente hacia todo elemento físico que forme parte del local o del equipo técnico. La policía ya le trata de tú.

Y aunque pueda sorprender a más de uno, realiza giras que lo llevan a visitar ciudades de numerosos estados del país. También concede entrevistas y participa en late shows televisivos. GG Allin es toda una figura y cuenta con un conciliábulo de seguidores que disfrutan de sus actuaciones en vivo. Muchos otros no pueden resistir la tentación y se aventuran a experimentarlo de primera mano aunque solo sea una vez. En este sentido, existen testimonios de gente como Fat Mike, de NOFX, que cuenta cómo asistió a uno de sus conciertos y terminó parapetándose tras Jello Biafra, de Dead Kennedys, para evitar ser bautizado con diarrea. Pero, claro, GG Allin solo obtiene ingresos mediante su música y esta, por lo que sea, no resulta extremadamente rentable. La solución a este problema es meridianamente clara y pasa por la delincuencia; por el robo a mano armada o por el allanamiento de morada. Cualquier cosa que pueda servir para ingresar unos pavos y, ya de paso, le garantice no pocas estancias en prisión.

GG Allin flyer

Suicidios, prisiones y películas documentales

En una ocasión, GG Allin anunció que se suicidaría sobre el escenario en la noche de Halloween. Era 1989. Sin embargo, no pudo cumplir su promesa ya que la cita le sorprendió entre rejas tras haber sido acusado de agredir sexualmente, cortar y beber la sangre de una joven durante una actuación en Ann Arbor, Michigan. Mientras duró su estancia en la cárcel, fue examinado por psicólogos criminalistas que dictaminaron que no padecía ningún trastorno. De acuerdo con las evaluaciones, su inteligencia estaba bien ubicada en la media y mostraba unos modales “cooperativos, corteses y cándidos”. Simplemente, decían, se encontraba cómodo en una forma de vida que incluía actos violentos, masoquismo, onanismo compulsivo y toda clase de comportamientos displicentes. Este tiempo de reclusión lo ocupó en la redacción de El manifiesto de GG Allin, un compendio de su corpus ideológico que justificaba su modo de actuar y ver la vida a través de la defensa al rock and roll más puro y el odio hacia la sociedad más conformista. También recibió visitas, algunas de gente como Kurt Cobain.

Lo primero que hizo GG Allin al recobrar la libertad fue saltarse la libertad condicional para embarcarse en una nueva gira junto a The Murder Junkies. Este grupo de acompañamiento estaba formado por Donald “Dino Sex” Sachs, un tipo que actuaba desnudo ya que la ropa le dañaba la piel cuando entraba en estado de euforia, y Merle, el hermano mayor de GG, una figura hasta ahora silenciada pero que siempre había permanecido a la vera de nuestro protagonista y fue el responsable de su bautismo en diferentes disciplinas como la drogadicción o, según se dice, el sexo. Por supuesto nada cambia en el espectáculo, todo continúa siendo un cúmulo de deyecciones, hemoglobina y ferocidad. Sin embargo, la novedad, que sí que la hay, viene en forma de un joven estudiante de cine que decide arrastrar su cámara tras los pasos de la banda y documentar todo su buen hacer para editar un documental que llevará por nombre Hated: GG Allin & The Murder Junkies. El nombre de este cineasta es Todd Phillips y seguro que te suena por películas como Road trip, Joker o la trilogía de The hangover (Resacón, en España).

GG Allin, primer plano

Todo llega a su fin. El adiós de Gg Allin

Una noche de junio de 1993, GG Allin actuaba en una gasolinera abandonada en Nueva York. El show terminó como era habitual; antes de tiempo. Alguien cortó la luz mientras sonaba la segunda canción y el local sufrió las consecuencias siendo convenientemente vandalizado. Luego, GG deambula desnudo por la ciudad, seguido por algunos de sus admiradores e importunando el tráfico rodado hasta que escolla en casa de su amigo Johnny Puke. Ahí se da un pequeño atracón inhalado de heroína y cocaína que lo deja en estado de barbecho, situación que sus amigos aprovechan para fotografiarse con él mientras, dicen, roncaba. Al día siguiente, la verdad se abre paso a cabezazos y desvela que lo que parecía sueño era en realidad muerte.

Hubo dos funerales. Uno de acuerdo a los rigores de la tradición irlandesa y otro según los dictados de la efervescencia punk. Hablemos del segundo. El cuerpo ya un poco hinchado del músico fue depositado en un ataúd vestido con una chaqueta de cuero y unos calzoncillos. Al conjunto se añadió una botella de Jim Bean, tal y como se solicitaba en su canción When i die. A petición de sus seres más queridos, el cadáver no fue lavado ni maquillado para preservar así toda esa esencia de alcohol, sudor y fluidos corporales secos. La fiesta está debidamente documentada en vídeo. Los asistentes mostraban sus respetos a los restos corpóreos dejando toda clase de regalos en el féretro y retratándose con ellos, el alcohol y las drogas formaban parte del aire; el resto de los detalles pueden quedar perfectamente en manos de la imaginación de cada uno.

GG Allin, tumba

Breve autopsia de un tipo controvertido

GG Allin fue un espíritu libre, en eso estaremos todos de acuerdo. Habitualmente se le describe como un anarquista individualista que abogaba por la abolición de todo tipo de ley y que sentía cierta predisposición hacia cualquier clase de comportamiento violento. Su aportación a la historia de la música es prácticamente nula. Las composiciones que dejó como legado abarcaban estilos como el punk más preceptivo, el country y la palabra hablada. Sin embargo, todas estas grabaciones tenían en común el hecho de mostrar una pésima calidad técnica y compartir temáticas que en ocasiones rozaban la misoginia, el racismo o la homofobia. La verdad, sin embargo, es que su propuesta era directamente misántropa; no es que sintiese rechazo hacia determinados colectivos, es que directamente aborrecía a todo el mundo.

Aunque aquí no se pretenda tal cosa, revindicar la figura de GG Allin resulta complicado por la abusiva cantidad de claroscuros que contiene su biografía. Su rechazo por la autoridad, su profunda independencia y, en el fondo, toda esa actitud tan marcadamente punk puede resultar atractiva e incluso envidiable. Sin embargo, es imposible pasar por alto algunos hechos como las agresiones sexuales de las que llegó a alardear (tanto a hombres como a mujeres, según sus propias declaraciones), o determinados actos violentos que pudiesen darse fuera del ámbito de un concierto en el que el espectador, por norma general, ya sabía a lo que iba.

Lo excesivo de todo lo que rodea a su figura lo convierte en un elemento tan repudiado como amado cuya vida estuvo constantemente marcada por la puesta en práctica extrema de sus idearios políticos y morales. Alrededor suyo se congregaba una sólida camarilla de seguidores que lo devocionaban con la solidez de un acólito de secta. Llegados a este punto, conviene destacar que uno de sus mayores admiradores fue el asesino en serie John Wayne Gacy, quien llegó a definirle con las siguientes palabras: “un artista con un mensaje para una sociedad enferma. Nos hace ver lo que realmente somos”. Las siguientes declaraciones también son suyas: “un gran chico, pero apesta peor que el más grande pordiosero alcohólico jamás conocido”.

La familia Allin

La de GG Allin fue, en definitiva, una de las figuras más controvertidas de las últimas décadas, al menos en el plano de lo musical; todo ello pese a que de su obra sonora escasamente se hable, pues esta difícilmente sobrevivirá al recuerdo de su persona. Su biografía, digna del más hediondo de los documentales, permanecerá en el recuerdo como uno de los puntos álgidos del espíritu punk elevado a una potencia que pocas veces se ha visto. En cuanto a su calidad personal, existen no pocos testimonios que afirman que GG Allin era un tipo bastante agradable fuera del escenario. Muchos, sin embargo, seguirán pensando que su paso por el mundo no fue más que un estallido de rabia sin sentido, un ejemplo de vacío envuelto en estruendo y mierda.

Imagen en directo de Ted Drake. Imagen de la tumba de Sweed666.

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