COWBOY JUNKIES Y SUS VERSIONES DE PAZ Y GUERRA
Como suele ocurrir todos los años, la Tierra de 2005 tenía unas cuantas guerras en marcha. De entre todas ellas, la mayoría sucedían en países africanos y lamentablemente avanzaban alejadas de un foco de atención global que priorizaba su interés en los choques protagonizados por Estados Unidos y sus aliados. Estos llevaban años embarcados en su particular cruzada contra el terrorismo internacional y, con esta buena excusa por bandera, habían iniciado la invasión de Afganistán en 2001 y la de Irak en 2003. El desarrollo de estos conflictos tuvo un notable impacto en la cultura popular y supuso un estímulo para movimientos antibelicistas y pacifistas que denunciaban tanto la naturaleza de la guerra en sí como determinadas prácticas de carácter poco humanitario que, dentro del ya poco humanitario concepto de un conflicto armado, ocurrían en estos países asiáticos. Así, en 2005 el grupo canadiense Cowboy Junkies editó su décimo disco de estudio, Early 21st century blues.
Discos que van, discos que regresan
Recuerdo que durante varios meses lo escuché hasta borrarle los surcos. Me gustó. Pero al tiempo lo relegué al fondo del cajón y ahí se quedó, cogiendo polvo salvo por alguna breve incursión a campo abierto. El caso es que hace poco tiempo se activó en mí un mecanismo que me llevó a recuperarlo y devolverme a su degustación con reiteración enfermiza. No sabría decir con seguridad si este arrebato tiene o no justificación en que la actualidad bélica esté de vuelta en la primera plana informativa desde comienzos de 2022. Si es así, no ha sido algo deliberado. Pero, quién sabe, tal vez haya experimentado algún episodio conductista, pues Early 12st century blues es, en esencia, un disco que habla de la guerra.
Early 21st century blues y su caldo primordial
La génesis de este álbum se produce inmediatamente después de que Cowboy Junkies concluyesen su gira de 2004 y comienzos de 2005. La idea fue dar forma a algo que bailase en torno a conceptos como la guerra, el miedo, la violencia, la pérdida o la codicia; pero decidieron hacerlo mayoritariamente a través de voces ajenas. De esta manera, cada miembro del grupo debía aportar dos o tres canciones escritas por otros artistas para armar con ellas un nuevo disco. Early 21st century blues se presenta así como un conjunto de versiones. O al menos mayoritariamente, pues junto a temas grabados originalmente por gente como Bruce Springsteen, John Lennon, Bod Dylan o George Harrison, se cuelan dos canciones propias que habían sido descartadas de anteriores sesiones de grabación.
El sonido de este trabajo no sorprende a quienes ya conozcan la obra de Cowboy Junkies. Aquí priman los tonos bajos, las melodías sosegadas e intimistas y la instrumentación precisa, virtuosa y discreta. La voz de Margo Timmins se mueve entre lo etéreo y lo suave, en ocasiones rozando la entonación de una nana pero siempre llevando las riendas de cada canción. Vamos, que este no es un disco para poner en un guateque, un botellón, o (alerta, boomer) como quiera Dios que se llame a estas cosas hoy en día.
Ni siquiera la idea de las versiones es novedosa para un grupo que ya había cosechado grandes alabanzas por sus interpretaciones de composiciones de Lou Reed, Neil Young, Robert Jonhson, Hank Williams o Townes Van Zandt. Porque los Cowboy Junkies siempre han sido buenos en hacer propias las composiciones ajenas. Tienen una asombrosa capacidad para llevar a su terreno la obra de otros y dotarlas del sonido característico del grupo; un sonido que, en ocasiones, puede restar parte de su fuerza original a los temas versionados pero que en general aporta muy buenos resultados.
Grandes nombres propios y temas tradicionales
Early 21st century blues comienza con un lamento, o una risa… algo que se localiza entre ambas ideas. Esta es la puerta de entrada a Lisense to kill, escrita por Bob Dylan e incluida en su album Infidels. Tras esta más que correcta tarjeta de presentación llega uno de los puntos álgidos del disco: la interpretación de Two soldiers, también conocida como Blue eyed Boston boy, un tema tradicional sobre la guerra civil norteamericana del que Dylan también realizó en su día una versión que, personalmente, considero inferior a la que aquí se registra. Esta es la primera de las dos canciones tradicionales que incluye el disco; ya que hacia el final del camino se encuentra el blues reposado y repleto de pequeñas filigranas guitarreras No more. Sobre esta segunda poco más puedo aportar, desconozco quién la compuso y creo que Dylan no la ha grabado nunca.
La otra figura que tiene una fuerte representación en el disco es Bruce Springsteen, con un total de dos versiones: Brothers under the bridge y You’re missing. Dos temas relativamente recientes del cancionero springsteeniano de 2005 y que ponen voz respectivamente a los veteranos de la guerra de Vietnam y a los familiares de las víctimas del atentado a las torres gemelas en 2001. Destaca la inclusión de un banjo en Brothers under the bridge, un instrumento que ya es anunciado por Margo Timmins justo antes de que suenen los primeros acordes.
Aquí, Cowboy Junkies tocan techo
Esto es muy discutible, por supuesto, pero en mi opinión el punto álgido de Early 21st century blues es Handouts in the rain. Se trata de una canción larga, de más de ocho minutos de duración, sin notables cambios de ritmo y con una melodía repetitiva. A priori debería dar pereza, pero tiene algo hipnótico que hace que siempre tenga ganas de escucharla de nuevo cuando termina. Me gusta la letra escrita por Richie Havens, me gusta la melodía y también me gusta la instrumentación, básicamente guitarra y percusión en perfecto acompañamiento a la voz. No sé si es la mejor del disco, pero sí sé que es mi preferida.
El momento de la discordia
Otro tema relevante es Isn’t it a pity, de George Harrison, donde la música aumenta en intensidad paulatinamente hasta crear una atmósfera más cargada de lo habitual. Pero es con otro ex Beatles con quien llega el punto de ruptura. Porque, ¿a quién se le ocurre meter a un rapero en una versión de más de siete minutos de I don’t wanna be a soldier, de John Lenon? Aquí saltaron las costuras de críticos y seguidores del grupo que no vieron con buenos ojos que se tratase de innovar de semejante manera. Lo cierto es que el experimento es llamativo, aunque no termine de encajar con soltura en el imaginario del grupo. No obstante, también es de ley que cada cual es libre de hacer lo que bien le venga en gana con su trabajo creativo. Yo, a esta canción le hago caso dependiendo del nivel de atención que tenga disponible en cada momento; a veces la paso, en ocasiones la escucho y otras la dejo sonar de fondo. Sin más.
El disco se cierra con una versión más que correcta de One, de U2. Antes, al principio, han sonado un par de temas propios, December skies y This world dreams of, dos composiciones muy diferentes entre sí; la primera menos canónica y con momentos de guitarra absorbentes y la segunda más plana, con una clara intención jazzística.
Early 21st century blues fue el primer disco de Cowboy Junkies que no tuvo su rinconcito de honor en los charts internacionales desde que publicasen The Trinity sessions, su segundo trabajo, en 1988. En general, recibió opiniones polarizadas. Hubo quienes lo tildaron de no arriesgado, de fácil y plano. Muchos de ellos también lo criticaron negativamente por el arrebato hip-hopero de I don’t wanna be a soldier. Si aquí hay o no contradicciones es un tema aparte. Otros lo vimos con buenos ojos, como un conjunto sólido de canciones perfectamente facturadas que se disfrutan con pausa y deleite. Por supuesto, no es perfecto. La elección de artistas a versionar se antoja poco arriesgada. De la misma manera, podría decirse que algunos de los cortes no respetan la intensidad ni el carácter de las composiciones originales, pero oye, es que son versiones y cada cual las hace a su manera.
Imágenes de Sidrguelp, Ryan y Chris Sansenbach.
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